Según se indica en el libro Obesity, editado por la Fundación Lilly, dormir poco o dormir en exceso conducen a un mayor riesgo de obesidad, tanto en la edad infantil como en los adultos.
Dormir poco perturba las hormonas que regulan el apetito, la leptina y ghrelina, lo que hace que, tras largos periodos de privación de sueño, se observe un cambio hormonal que aumenta el apetito y la ingesta de calorías.
Los estudios realizados en bebés indican que aquéllos que duermen menos de 12 horas al día -incluyendo el sueño de la noche y de las siestas diurnas- incrementan la adiposidad y las posibilidades de padecer sobrepeso a los tres años.
Los expertos insisten en la importancia de volver a los hábitos de vida saludables como realizar actividad física regular y seguir unas pautas de descanso y alimentación.
Este libro recoge también la relación entre el periodo prenatal y el riesgo de obesidad. Además, destaca que la lactancia materna es un factor protector frente al posterior desarrollo de obesidad.