La creencia popular recoge que la llegada del invierno marca el punto álgido en cuanto a fracturas de cadera en personas mayores. La ciencia, no obstante, no es tan tajante: mientras algunas investigaciones ratifican esta creencia, otras las ponen en solfa, apuntando a que son los meses de otoño los más problemáticos. Sea como sea, la oscuridad y el frío apuntan a más fracturas de cadera de personas mayores, un problema que es tratado en la mayor parte de los casos de urgencia y que precisa de los recursos materiales y humanos necesarios.
Las consecuencias de estas fracturas para las personas mayores no sólo suponen un trastorno severo para sus vidas, sino que apuntan directamente a su supervivencia. "Una fractura de cadera en un paciente mayor debe operarse. El resultado no va a ser peor que el no hacerlo. De hecho, está constatado que el retraso quirúrgico en este tipo de pacientes es un factor que eleva el riesgo de mortalidad", apunta el doctor Antón Arrien, traumatólogo de la Clínica IMQ Zorrotzaurre.
Mortalidad
No obstante, como toda operación, el abordaje quirúrgico de las fracturas de cadera conlleva un riesgo: "los estudios muestran que hasta un 5% de los pacientes mayores operados de fractura de cadera fallecen en el propio hospital. A partir de ahí, la mortalidad a los tres meses de la operación es del 8%, y cercana al 33% a los dos años de haberse realizado".
El traumatólogo advierte también de las complicaciones que influyen directamente en una mayor mortalidad de este colectivo, una vez operado. "Por un lado tenemos, obviamente, el factor de la edad: cuanto mayor se es, mayor es el riesgo inherente de someterse a una intervención quirúrgica. Y por otro lado, tenemos también una mayor mortalidad en personas mayores con un grado de dependencia de moderado a grave".
En cuanto al posoperatorio, el Dr. Arrien señala que el ámbito hospitalario "exacerba los efectos de los procesos agudos y los cambios cognitivos con relación a la edad. Los cambios en el entorno, los horarios y las rutinas desorientan a los mayores en muchas ocasiones. Tanto es así, que está comprobado que el síndrome confusional agudo está relacionado con una mayor mortalidad en estos casos".
Abordaje interdisciplinar
El experto aboga por un abordaje interdisciplinar que "identifique de forma rápida y completa la situación de cada paciente añoso con fractura de cadera", así como desarrollar una comunicación "eficaz y fluida" con la familia ante el proceso quirúrgico. Según constata, el abordaje de los factores predisponentes (modificables y no modificables) y precipitantes del síndrome confusional agudo "deben ser identificados y tratados tan pronto como sea posible, con el fin de mejorar el pronóstico de todo el proceso". También destaca que, aunque las mujeres presentan el triple de riesgo de sufrir una fractura de cadera, "el riesgo de mortalidad tras la operación es mayor en hombres".
Asimismo, muestra la importancia de un correcto manejo del paciente una vez operado. "En el posoperatorio hay que prestar atención al dolor del anciano, a los cuidados de su herida quirúrgica, a su correcta movilización (para prevenir luxaciones de la cadera) e implementar una correcta profilaxis de los tromboembolismos venosos".
De igual modo, otras complicaciones de las operaciones son "las infecciones —que aunque no son frecuentes son un riesgo de cada intervención quirúrgica—, las neumonías, retenciones urinarias, estreñimiento y la sarcopenia o pérdida de masa muscular, que en el caso de estos pacientes mayores recién operados puede alcanzar hasta una reducción del 5% de masa muscular al día".
Volver a caminar
El traumatólogo pone de relieve que "entre el 50 y el 65% por ciento de las personas mayores operadas de fractura de cadera recupera el nivel previo de deambulación. Entre un 10 y un 15% vuelve a caminar, pero sólo dentro de su casa, y el 20% restante pierde la capacidad de deambular dentro y fuera del hogar".
En este aspecto recalca la utilidad de las unidades de ortogeriatría donde se ayuda a la rehabilitación de estos pacientes operados de fractura de cadera para conseguir el mayor nivel de autonomía posible.
Prevención
El doctor Arrien muestra la importancia de la prevención de las caídas, principal desencadenante de las fracturas de cadera en pacientes mayores. "Se ha de prestar atención y actuar sobre diversos factores, como el aumento de la fragilidad en el mayor, alteraciones del equilibrio, la presencia de dolor articular, alteraciones de la vista, calzado inadecuado, obstáculos en el hogar o iluminación insuficiente".
También cita al cuidado de una nutrición y un nivel de actividad física adecuados, la prevención de factores que disminuyen la resistencia ósea, la revisión de la prescripción de determinados medicamentos que pueden aumentar el riesgo de caídas y, en general, "actuar sobre los factores de riesgo modificables de la osteoporosis, como son el peso, el estado nutricional, el estilo de vida, los tóxicos como el tabaco y el alcohol, y el correcto control de salud de la persona mayor, entre otros".