El aislamiento generado por la pandemia retrasa el diagnóstico de menores de 3 años con dificultades de desarrollo

El Instituto Alcaraz, centro especializado en psicología infantil, ha detectado una nueva consecuencia de la situación de confinamiento vivido y la realidad de aislamiento social que sufren muchas familias como consecuencia de las medidas de protección ante la pandemia de la COVID-19. Entre ellas, el Instituto ha cifrado en un 70% las consultas de familias con menores de entre cero a tres años que han retrasado la visita a expertos en psicología infantil confundidos entre comportamientos de sus hijos vinculados al limitado contacto social e interacción con el exterior o comportamientos vinculados a algún tipo de dificultad en su desarrollo.

La experta en psicología infantil, Sheila Alcaraz, explicó que "esta situación que hemos detectado podría ser extrapolable a nivel general, especialmente entre padres y madres primerizos sin otras referencias en el desarrollo de menores". Y expresó su preocupación porque "en estos últimos meses de 2020 y estos primeros días de 2021 hemos atendido un 70% de consultas de menores de cero a tres años que los padres han demorado venir al psicólogo porque no sabían si la conducta de sus hijos era por el confinamiento o por una dificultad en el desarrollo".

Según Alcaraz, un retraso en el diagnóstico del menor y en el desarrollo de la terapia necesaria puede ser negativo para el niño o niña, en la medida que "cuando antes se comience con la intervención y se realice un programa específico para el menor, mejor será el pronóstico. En trastornos del neurodesarrollo esto será crucial para mejorar la sintomatología".

"Ante la duda, siempre es recomendable acudir al profesional, al experto en psicología infantil que puede establecer necesidades o descartar cualquier situación, permitiendo salir de dudas en algunos casos y, sobre todo, actuar cuando de verdad es necesario", añadió.

Las estadísticas reflejan que la situación de retraso de consultas se genera entre menores de dos a tres años, cuyos padres de partida entiende que sus comportamientos se achacan a una falta de estímulos. "Estos menores, en general, muestran ciertas dificultades en el ámbito social que han visto limitado, son fruto del abuso de las nuevas tecnologías, del consumo de televisión y de la escasa interacción directa con terceras personas", comentó la psicóloga infantil, quien expresó "que esta confusión es normal a la vista de la excepcional situación que estamos viviendo todos desde marzo de 2020 como consecuencia de la pandemia".

Señales ante las que reaccionar

Algunos elementos que los padres y madres deberían tener en cuenta, especialmente en aquellos menores con más de dos años, son cierto retraso en el inicio del lenguaje, dificultades sociales, en la evolución en materia de autonomía personal al nivel de dos años, en el control de esfínteres o de conducta, son señales que deben alertar a padres y madres.

En estos casos, "el recurso de un profesional es básico y muy útil, debemos superar tabúes y buscar aquellos recursos que nos pueden ayudar a nosotros como conjunto familiar, pero sobre todo al pequeño en su desarrollo y evolución más saludable posible".

Pero la realidad es que en la mayoría de casos se ha registrado retrasos de entre tres a cinco meses en acudir a gabinetes especializados en atención infantil con respecto a épocas anteriores a la situación de pandemia. Incluso, en muchos casos han superado los seis u ocho meses.

Alcaraz explicó que en la mayoría de casos el menor tenía dificultades en el lenguaje que había que abordar y en gran medida se han diagnosticado trastornos del neurodesarrollo como Trastornos de Espectro Autista, aunque ha habido casos de baja autoestima y de estado anímico.

 

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