Ante el diagnóstico de un cáncer de próstata, el paciente se enfrenta a una situación muy complicada emocionalmente en la que el apoyo de su entorno más próximo, pero sobre todo de su pareja, es de gran ayuda. Por ello, es importante que el cónyuge se prepare e informe para afrontar el proceso y contribuir a que sea lo más llevadero posible para ambos.
Debido a la intranquilidad en la que se encontrará el paciente, es de gran ayuda que su pareja le acompañe a la consulta para comprender junto a él la situación y el proceso que se va a seguir, así como para plantear al especialista todas las dudas que sean necesarias. Poseer la mayor información posible sobre el estado actual y las opciones de futuro ayuda a afrontar el proceso con una mayor tranquilidad. Recibir apoyo psicológico de un profesional puede ser también de gran ayuda.
Además, ante una situación de este tipo, es importante que los canales de comunicación entre la pareja permanezcan abiertos. El diálogo y la comprensión son fundamentales para poder sobrellevarla y que no perjudique a la relación entre ambos. Hay que tener en cuenta que es muy probable que el paciente sufra repentinos cambios de humor, alteraciones de la autoestima, esté más susceptible o pase por momentos de depresión, por lo que será importante ponerse en su lugar y tratar de comprenderle.
Por otra parte, cabe la posibilidad de que todo el proceso afecte a las relaciones sexuales. En ocasiones, el paciente puede padecer impotencia o disfunción eréctil con la aparición del tumor o a consecuencia del tratamiento aplicado. La merma de la capacidad sexual es un tema que también puede incidir psicológicamente en el varón, desestabilizando aún más su ánimo y autoestima. Es importante abordar estos posibles problemas con antelación y total naturalidad y, sobre todo, tratando de entender los sentimientos de ambos miembros de la pareja.
En este sentido, cabe destacar que hay tratamientos para el cáncer de próstata con los que hay un menor riesgo de padecer impotencia que con otros. Tal es el caso de la braquiterapia prostática, que consiste en el implante de pequeñas semillas radiactivas directamente en el interior de la próstata.
Según una reciente investigación realizada por el Instituto Catalán de Oncología (ICO), el Hospital de Bellvitge y el Instituto Municipal de Investigación Médica (IMIM-Hospital del Mar), junto con otras entidades médicas españolas de prestigio, la braquiterapia prostática es el tratamiento que ofrece mejor calidad de vida al paciente frente a la radioterapia y la prostatectomía.
Hay que tener en cuenta que la braquiterapia prostática solo se puede aplicar en tumores de riesgo bajo e intermedio que no se han extendido a órganos adyacentes. Por ello, detectar a tiempo la presencia del cáncer es de gran importancia para que el paciente sufra lo menos posible y, además, aumenten las posibilidades de curación.
Por ello, los varones deben hacerse revisiones urológicas anuales cuando alcancen los 50 años (45, si hay antecedentes familiares) a pesar de que no tengan molestias ya que el cáncer de próstata no presenta síntomas hasta que está muy avanzado.