Las enfermedades reumatológicas en la infancia son poco frecuentes, afectan a uno de cada 2.000 menores, pero no por ello menos graves. Un diagnóstico precoz y poner los medios oportunos para mejorar su pronóstico resulta determinante ya que son la causa más frecuente de discapacidad cuando se inician durante la infancia y ocupan el segundo lugar dentro de las enfermedades crónicas que se presentan en la edad pediátrica.
En este sentido, la doctora Almudena Román Pascual del Servicio de Reumatología Pediátrica del Hospital General de Villalba, advierte de que "si no se realiza un diagnóstico y un tratamiento precoz pueden aparecer secuelas articulares como, por ejemplo, una extremidad más larga que otra e influir en el desarrollo, enlenteciendo o frenando el crecimiento, tanto en peso como en talla".
En los últimos años, el campo de la reumatología pediátrica ha experimentado una revolución que ha cambiado por completo el pronóstico de estos pacientes. "Se siguen utilizando fármacos clásicos como los anti inflamatorios o los corticoides (tanto por boca como en infiltraciones), pero la aparición ya hace décadas del metotrexato y después de los fármacos biológicos permite que muchos de estos niños hoy en día estén sin síntomas con vida normal y sin secuelas. Estos son fármacos potentes que, por otros mecanismos distintos a los anti inflamatorios clásicos, suprimen la inflamación articular y otros síntomas que pueden aparecer en estas enfermedades", advierte la doctora Román.
Causa desconocida
La patología más frecuente es la Artritis Idiopática Juvenil que afecta, aproximadamente, entre 20 a 150 por cada 100.000 niños. Pese a que se desconoce su causa, todo apunta a que factores genéticos y ambientales están implicados en su desarrollo. La doctora Román explica que "según el tipo, hay siete variedades, afecta más a niños o a niñas; a lactantes, escolares o adolescentes. La más frecuente es la que llamamos oligoarticular, que es más habitual en niñas por debajo de los 6 años. Otras formas son la artritis psoriásica o la sistémica, donde además de inflamación articular hay fiebre y lesiones en la piel".
Como síntomas más característicos que deben poner en alerta a los padres están, según la especialista, "la aparición de cojera o en el caso de niños más pequeños que no quieran caminar o gatear, que pidan ir en brazos o en sillita, sobre todo por las mañanas o después de la siesta; la inflamación de alguna articulación y la fiebre recurrente sin causa".
Pese a que cada clase de artritis tiene un tratamiento diferente, la doctora Román recomienda que hay algunos comunes para todas como "el descanso (dormir el tiempo adecuado cada noche), el ejercicio físico como la natación donde se mueven muchos músculos y articulaciones y una alimentación equilibrada".