Según los expertos, realizar ejercicios de fuerza puede beneficiar a los pacientes que han sufrido un infarto. En este sentido, el Dr. Emparanza, responsable de la Unidad de Epidemiología Clínica e Investigación del Hospital Universitario Donostia, ha afirmado que "contrariamente a lo que pueda parecer, ejercitar la fuerza es beneficioso para las personas que han sufrido un infarto, siempre que se sigan unas pautas ajustadas a cada persona y se realice bajo la supervisión de un médico rehabilitador".
Estos ejercicios, que se realizan con pesas, usando el peso del propio cuerpo o mediante aparatos, también consiguen descender los niveles de colesterol en personas con hipercolesterolemia y reducir la presión arterial en pacientes con hipertensión arterial. Otras enfermedades crónicas que se tratan con éxito mediante este tipo de ejercicios de fuerza son el ictus, la insuficiencia cardiaca y el párkinson.
Por otro lado, se están realizando estudios para demostrar que cuanta más fuerza tiene una persona, menos probabilidad tiene de desarrollar un cáncer y tiene una menor mortalidad por esta enfermedad.