Un grupo de investigadores de la Universidad de Copenhague (Dinamarca) ha demostrado que el envejecimiento celular aumenta el riesgo de infarto y muerte prematura. Todas las células del cuerpo humano tienen cromosomas, en cuyos extremos se hallan los denominados telómeros, que se acortan con el paso del tiempo y también en función de determinadas opciones de estilo de vida, como el tabaquismo y la obesidad. Los investigadores sospechaban desde hace tiempo que este acortamiento de los telómeros podía estar relacionado con el aumento del riesgo de infarto y la muerte prematura. Gracias a este estudio realizado en Dinamarca en el que han participado alrededor de 20.000 personas, se ha demostrado que es cierto que existe una relación directa. Además, el trabajo ofrece a los médicos un método para comprobar en el futuro el verdadero estado de salud celular de una persona.
"El riesgo de infarto o de muerte prematura está presente tanto si los telómeros se han acortado debido al estilo de vida como si se debe a la edad avanzada del individuo", explica el catedrático clínico de Epidemiología Genética, Børge Nordestgaard, de la Facultad de Ciencias Médicas y de la Salud de la Universidad de Cophenhague.
"Desde hace tiempo se sabe que el tabaquismo y la obesidad aumentan el riesgo de sufrir cardiopatías. Ahora hemos demostrado la hipótesis de que este incremento del riesgo está directamente relacionado con el acortamiento de los telómeros protectores, así que se puede decir que el tabaco y la obesidad envejecen las células de nuestro organismo, de la misma manera que lo hace el paso del tiempo", añade Nordestgaard.
El estudio también ha revelado que uno de cada cuatro daneses tiene telómeros tan cortos que no solo fallecerán antes de lo previsto según las estadísticas, sino que su riesgo de sufrir un infarto también aumenta en casi un 50%. Según afirman los expertos, es necesario realizar nuevos estudios para demostrar el mecanismo molecular mediante el cual el acortamiento de los telómeros provoca infartos.
Esta investigación abre la posibilidad de que los médicos pudieran realizar unos sencillos hemogramas para comprobar la longitud de los telómeros de una persona y, así, establecer el grado de desgaste y envejecimiento celular de los pacientes.