El Hospital Clínico Universitario de Santiago de Compostela participa en la inclusión de pacientes en el estudio REQUITE. Este proyecto, financiado por el Séptimo Programa Marco de la Unión Europea, desarrollará y validará modelos clínicos incorporando biomarcadores con el objetivo de identificar, antes del comienzo del tratamiento, a los pacientes con riesgo de desarrollar toxicidad tras ser sometidos a radioterapia.
Los resultados que se obtengan se utilizarán para diseñar ensayos clínicos encaminados a reducir los efectos adversos y mejorar la calidad de vida de los supervivientes al cáncer.
El proyecto se va a desarrollar durante los próximos cinco años y en él participan siete países europeos y Estados Unidos. Se realizará un estudio multicéntrico en el que se van a recoger muestras de sangre, datos epidemiológicos y clínicos, características del tratamiento radioterápico y toxicidades y datos referentes a la calidad de vida de 5.300 pacientes con cáncer de mama, próstata y pulmón.
El grupo de Santiago de Compostela forma parte del Consorcio Internacional de Radiogenómica fundado en Manchester en 2009 en el que participan 118 miembros de 18 países. En concreto, la doctora Ana Vega, de la Fundación Pública Gallega de Medicina Xenómica, y el doctor Antonio Gómez, del Servicio de Oncología Radioterápica del Hospital Clínico de Santiago de Compostela, son los encargados de coordinar la inclusión de 300 pacientes del hospital con cáncer de próstata y 100 con cáncer de pulmón. El estudio también cuenta con la participación de 180 pacientes con cáncer de mama del Hospital Vall d'Hebron en Barcelona.
La radiogenómica, decisiva para personalizar el tratamiento oncológico
Desde hace muchos años se sabe que existen factores genéticos que influyen en las variaciones de las respuestas experimentadas por pacientes que reciben dosis similares de radiación. La radiogenómica intenta identificar estos factores con el objetivo de predecir qué pacientes tienen mayor riesgo de desarrollar efectos adversos.
La radioterapia se dirige al tejido cancerígeno, pero es inevitable que parte de la zona cercana se vea irradiada (aunque las mejoras técnicas han hecho que cada vez sea mayor la precisión y menor la irradiación de los tejidos cercanos). Esto puede dar origen a una toxicidad que puede comprometer la función orgánica y afectar a la calidad de vida de los pacientes supervivientes al cáncer.