El insomnio crónico produce una pérdida anual en el PIB de aproximadamente 372.000 millones de euros en países de renta alta

Un 8% de la población sufre insomnio crónico y un 14% insomnio clínico cada año

El insomnio tiene un efecto negativo en la salud mental y en la calidad de vida de quienes lo padecen, pero también genera un impacto directo e indirecto a nivel social y económico. Así lo ha revelado el informe ‘Carga social y económica del insomnio en adultos' realizado por la organización internacional de investigación sin ánimo de lucro RAND Europe con la colaboración de la compañía Idorsia. El estudio ha tenido como objetivo identificar y cuantificar la carga social y económica del insomnio, es decir, sus efectos más allá del impacto en la salud y atención sanitaria. Por ello se describen los efectos del insomnio en relación a costes económicos indirectos (no relacionados con la atención sanitaria) y costes intangibles (no detectados directamente en transacciones económicas, pero que tienen un impacto en la salud o bienestar de un individuo) en 16 países: Alemania, Australia, Austria, Bélgica, Canadá, España, Estados Unidos, Finlandia, Francia, Grecia, Italia, Noruega, Portugal, Reino Unido, Suecia y Suiza.

El insomnio es el trastorno del sueño más frecuente. Su presentación más grave se define como insomnio crónico y es cuando la persona que lo padece encuentra dificultades para conciliar el sueño al menos tres noches por semana durante tres meses. El informe ha concluido que 1 de cada 2 personas adultas presenta síntomas de insomnio, hasta un 25% presenta insomnio clínico y un 15%, insomnio crónico, su forma más grave. Esto representa aproximadamente 172 millones de personas con síntomas de insomnio, 72 millones con insomnio clínico, y 42 millones con insomnio crónico entre las poblaciones en edad laboral.

En esta línea, el doctor Marco Hafner, Research Leader at RAND Europe, comenta: "El sueño es una necesidad biológica fundamental, como el comer y beber. No obstante, sacrificamos horas de sueño y calidad a diario, generando una deuda con el sueño y no somos conscientes de cómo esta deuda influye en el bienestar socioeconómico, físico y emocional de las personas. La falta de un sueño reparador y de calidad, debido al insomnio crónico afecta directamente a la salud mental y física y repercute en la productividad del individuo afectando negativamente al empleador, empresas y en la economía del país y mundial. En el caso concreto de España, la pérdida de productividad laboral anual sería de 10.703 millones de euros. Por este motivo, este informe es único, pues conocer el impacto económico y la carga social que genera el insomnio es determinante para conseguir una acción global que reduzca esos efectos para mejorar el tratamiento y resultados de los pacientes en su día a día".

El coste del insomnio: más allá del impacto en la salud

El insomnio se ha asociado a un impacto económico anual significativo debido a la pérdida de productividad en el puesto de trabajo. Los adultos con insomnio son más propensos al absentismo laboral y son menos productivos. En términos de costes indirectos, el insomnio crónico se ha relacionado a unos 11-18 días de absentismo, 39-45 días de presentismo y 44-54 días de pérdida general de productividad al año. Así, los costes indirectos del insomnio crónico asociados a la pérdida de productividad laboral oscilan entre 1.600 y 185.000 millones de euros (un total de 372.000 millones de euros) del producto interior bruto (PIB) y las pérdidas anuales intangibles de bienestar entre 1.300 y 113.300 millones de euros (un total de 213.600 millones de euros) en los 16 países analizados, entre ellos Francia, Italia, Alemania, España, Reino Unido, Estados Unidos y Canadá.

Las proyecciones económicas del estudio encuentran que eliminar los efectos del insomnio mediante políticas de prevención, educación, diagnóstico rutinario y tratamiento temprano aumenta la productividad en el trabajo y, por consiguiente, tiene un efecto positivo en el producto interior bruto (PIB).

La investigación también se ha centrado en los costes intangibles que genera el insomnio, por estar estrechamente vinculado con el deterioro de la calidad de vida. Por ello, según el informe, en promedio, los adultos que sufren insomnio están dispuestos a renunciar a un 14% de la renta per cápita anual de su hogar a cambio de obtener el mismo grado de satisfacción con su vida que aquellas personas que no padecen insomnio. En esta línea, la doctora Carmen Bellido Cambrón, Investigadora y Coordinadora del Servicio de Prevención de Riesgos Laborales en el Hospital de Castellón y Coordinadora de Grupo de Trabajo, Económica y Empresa de la Alianza por el sueño, ha señalado que "para una adecuada salud laboral, es necesario que los empleados tengan un sueño reparador y de calidad. Existe una relación bidireccional entre sueño y trabajo. Si no duermes bien por las noches, no serás productivo durante el día y serás más propenso al absentismo laboral, tendrás hasta un 88% más probabilidad de accidentes en el trabajo e in itinere, reducirás tu productividad, disminuirá tu satisfacción laboral, serás una fuente de conflicto con tus compañeros en el trabajo y sin ser consciente de ello, estarás dañando tu salud física y mental. La falta de sueño también influye en la irritabilidad, en la capacidad de resiliencia, en la capacidad de gestión emocional o de conflictos del empleado en su trabajo, afectando considerablemente a la organización en su conjunto. Cualquier intervención para reducir el insomnio, ya sea a nivel de prevención primaria, secundaria o terciaria, sería de gran importancia para la salud pública y las organizaciones, y también promovería una mejor salud y bienestar de los empleados. Establecer programas de prevención de este riesgo laboral es clave para las organizaciones".

Cómo reducir la carga social y económica del insomnio

El estudio concluye con una serie de estrategias a nivel político, de investigación y de práctica clínica para mitigar y paliar las consecuencias que el insomnio está teniendo en la economía mundial y en el bienestar social. Entre ellas, instan a los gobiernos y a los sistemas de servicios sanitarios a incorporar en las estrategias nacionales de salud pública el sueño, a impulsar campañas de salud pública que hagan hincapié en la importancia de una adecuada higiene del sueño y a implementar la detección precoz sistemática del trastorno de insomnio en las visitas médicas de rutina mediante cribado o screening. También al establecimiento de protocolos coordinados entre los diferentes niveles asistenciales para garantizar a los pacientes un acceso oportuno al diagnóstico y tratamientos, así como la formación actualizada sobre este trastorno en las facultades de medicina, y a proporcionar acceso y reembolso a la innovación farmacológica segura, respaldada por datos científicos.

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