Cada 31 de mayo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) organiza el Día Mundial sin Tabaco, una iniciativa destinada a recordar los grandes perjuicios que acarrea el tabaco para la sociedad (no solo para los fumadores), uno de los problemas más graves de salud pública. Precisamente, entre las poblaciones con mayor riesgo de exposición pasiva al humo del tabaco destaca la pediátrica. Numerosos trabajos demuestran que el tabaquismo es un factor de riesgo en la aparición de enfermedades de las vías respiratorias, pudiéndose demostrar una relación entre la exposición al tabaco en edades tempranas de la vida y el posterior desarrollo de infecciones de las vías respiratorias altas y bajas.
Las enfermedades respiratorias infantiles son extremadamente frecuentes y representan un alto porcentaje de morbilidad, visitas médicas e ingresos hospitalarios, así como un elevado coste económico para la sanidad públicai. En concreto, la bronquiolitis es una causa frecuente de morbilidad infantil que origina gran demanda asistencial en atención primaria y en los servicios de urgencias, así como un elevado número de ingresos hospitalarios en niños pequeños e infecciones nosocomiales. Esta enfermedad supone por tanto un problema de Salud Pública que tiene repercusión asistencial y económica tanto a corto como a largo plazoii.
El VRS, más conocido como el "virus de los bebés", es el causante del 80% de los casos de bronquiolitis. En España cada año casi el 60% de los niños han desarrollado la infección al año de edad, y casi el 80% a los 2 añosiii. Entre el 0,5% y el 2% de los afectados son hospitalizadosiv, aunque este porcentaje alcanza el 13% en los grupos de alto riesgo como los niños con cardiopatías congénitas, enfermedad pulmonar crónica o prematurosv, llegando a ingresar en las Unidades de Cuidados Intensivos Neonatales (UCIN) hasta un 20% de los prematuros entre las 33-35 semanas de edad gestacional, quedando demostrada la relación entre el hábito tabáquico de la madre con la prematuridad en el nacimiento del bebé
Consecuencia del hábito tabáquico materno en el desarrollo de bronquiolitis en el lactante
Con el objetivo de determinar la influencia de la exposición prenatal y posnatal al tabaco en el posterior desarrollo de bronquiolitis, el estudio "Tabaquismo pasivo prenatal y posnatal y bronquiolitis", de J. Cano Fernández y colaboradores, revela que el hábito tabáquico materno durante la gestación parece ser el principal factor de riesgo para el posterior desarrollo de bronquiolitis en el lactante.
Este estudio pone de manifiesto que el hábito tabáquico durante el embarazo aumenta significativamente el riesgo de bronquiolitis en el lactante y revela que la exposición prenatal al tabaco se relaciona con mayor riesgo de hospitalización por infección respiratoria, especialmente en el segundo año de vida, mientras que la exposición posnatal se asocia con la aparición de sibilancias tardías y aumenta la probabilidad del diagnóstico de asma a los 4 añosi.
El estudio concluye que la exposición al humo del tabaco tiene efectos nocivos para la salud del niño, especialmente para el aparato respiratorio, por lo que la interrupción del hábito tabáquico en mujeres en edad fértil tiene que ser una prioridad en medicina preventiva. El consumo de tabaco es la principal epidemia prevenible a la que se enfrenta la comunidad sanitaria y constituye el principal contaminante ambiental al que están expuestos los niños.
En línea con estos resultados, también se ha probado que el tabaquismo durante la gestación, al igual que la exposición posnatal, se ha relacionado igualmente con una mayor incidencia de hospitalizaciones por enfermedades infecciosas y respiratorias en la infancia. En concreto, un estudio sobre los factores de riesgo asociados a la hospitalización por bronquiolitis en el período posnatal revela que el riesgo de que los hijos ingresen en el hospital por bronquiolitis es un 57% mayor si la madre ha fumado durante el embarazoii.
Los síntomas más habituales con los que se presenta la bronquiolitis causada por el VRS son similares a los de un catarro común. Así cursa la mayoría de las veces en adultos y en la población infantil sana. Sin embargo, existe la posibilidad de que en lactantes y poblaciones de riesgo lo haga con tos grave y persistente, dificultades para respirar, sibilancias y respiración rápida y agitada, cansancio y fatiga, aumento de la frecuencia respiratoria, pérdida del apetito, frecuencia cardíaca acelerada, tono bajo, adormecimiento y dificultad para conciliar el sueño, así como deshidratación o piel azulada (cianosis).
Puesto que la bronquiolitis presenta elevados índices de morbilidad en los lactantes y niños menores de dos años y constituye una de las primeras causas de ingreso hospitalario de éstos, los expertos recomiendan a los padres y cuidadores de los bebés que establezcan una serie de medidas higiénicas y de carácter preventivo. De acuerdo con la Guía de Práctica Clínica sobre Bronquiolitis Aguda del Ministerio de Sanidad este tipo de medidas consisten en mantener la higiene personal –lavándose bien las manos– y de los objetos que puedan estar en contacto con el bebé, extremar la limpieza de las superficies donde haya podido estar una persona que padecía la enfermedad, evitar el contacto físico del bebé con otros menores o familiares enfermos, utilizar pañuelos desechables, así como evitar los ambientes cerrados y muy cargados o exponer a los bebés al humo del tabaco.
Cuando se trata de bebés pertenecientes a grupos de riesgo, es recomendable la inmunoprofilaxis con anticuerpos monoclonales –palivizumab– que debe ser administrada mensualmente durante la época de mayor contagio (de octubre a marzo).