La relación entre esquizofrenia y trastorno por uso de cannabis ha sido intensamente investigada en las últimas décadas, aunque esta dedicación científica no ha resuelto las controversias existentes alrededor de la conexión entre estos dos trastornos mentales. A esa relación dedicaron una ponencia en el marco del VII Congreso de la World Association on Dual Disorders (WADD), celebrado los pasados 28, 29 y 30 de abril en la ciudad eslovena de Portoroz, los doctores Carlos Roncero, presidente de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), y Néstor Szerman, presidente de la WADD y de la Fundación Patología Dual.
"Se conocen evidencias de una genética compartida entre ambos diagnósticos, además de las evidencias de que el cannabinoide tetrahidrocannabinol (THC), a dosis elevadas, agrava la psicosis en pacientes vulnerables, mientras que el cannabidiol (CBD) podría ser beneficioso. De hecho, por ejemplo, se ha evidenciado que los pacientes con esquizofrenia que consumen cannabis podrían tener un mejor rendimiento cognitivo general en comparación con los pacientes que no consumen cannabis", explicó el doctor Carlos Roncero, jefe del Servicio de Psiquiatría del Complejo Asistencial Universitario de Salamanca (CAUSA) y profesor de la Universidad de Salamanca, que destacó que tres de cada cuatro pacientes con esquizofrenia presentan otro trastorno mental, el Trastorno por Uso de Sustancias (TUS), siendo la adicción al cannabis una de los TUS más frecuentes.
El problema, señaló el experto, es que, según los datos de estudios realizados por los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de Estados Unidos, aunque cuatro de cada diez pacientes con esquizofrenia da positivo en consumo de cannabis, cocaína y anfetaminas, casi el 60% de ellos niegan consumir estas sustancias, lo que dificulta el diagnóstico y el tratamiento de la patología dual. "Y estos datos se refieren solo a cannabis, cocaína y anfetaminas, por lo que no tienen en cuenta otras sustancias como el alcohol, el tabaco o los opioides, con lo que podemos inferir que estas cifras serán en realidad mucho más elevadas", lamentó.
Capirazina, un antipsicótico que podría mejorar la situación de estos pacientes
Durante su exposición, el doctor Néstor Szerman, psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, señaló que el tratamiento de los pacientes con esquizofrenia dual sigue siendo un "desafío". "Las guías actuales recomiendan el tratamiento con una combinación de antipsicóticos, preferiblemente de segunda generación, e intervenciones psicosociales. Pero este enfoque no considera en absoluto la perspectiva neurobiológica de la Patología Dual, la adicción y otros trastornos mentales", expuso el experto, que lamentó que sigan existiendo dos puertas diferentes para el acceso al tratamiento de ambos trastornos mentales (salud mental y adicciones) "pese a las evidencias que indican la necesidad de un tratamiento integrado".
Precisamente en el ámbito del tratamiento, el presidente de la WADD destacó el potencial de capirazina, un antipsicótico agonista parcial que se presenta como una "nueva e interesante" opción farmacológica para los pacientes con esquizofrenia y trastorno por uso de cannabis. "Este fármaco en especial se diferencia de otros similares en que tiene un mecanismo selectivo sobre receptores dopaminérgicos D3, en lugar de solo D2 como sus congéneres. Esta diferencia podría dotarle de una acción sobre el consumo de sustancias que otros no tienen, a lo que hay que sumar su eficacia antipsicótica", explicó.
En ese sentido, el doctor Szerman hizo públicos los resultados (pendientes de ser publicados) de un pequeño estudio realizado por la Fundación Española de Patología Dual con 58 pacientes con esquizofrenia y trastorno por uso de cannabis. Según los mismos, capirazina redujo a los 3 y a los 6 meses del inicio del tratamiento la gravedad de los síntomas de la esquizofrenia y condujo a una mejoría mayor de los pacientes, reduciendo también la discapacidad y el estrés percibido, e incrementando el apoyo social percibido. Además, el antipsicótico redujo el consumo de cannabis y la gravedad del trastorno por uso de cannabis, y disminuyó también el consumo medio de otras sustancias, aunque no fue eficaz en la reducción del consumo de tabaco. "Los resultados son muy buenos. Ahora esta hipótesis deberá corroborarse en ensayos clínicos más amplios y aleatorizados", concluyó.