Según datos de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, se estima que entre el 15% y el 20% de los españoles tienen alergia al polen, una cifra que en los adolescentes alcanza el 40%. La alergia es una hipersensibilidad a una partícula o sustancia que si se inhala, ingiere o toca provoca unos síntomas característicos. Estas alergias se producen por la polinización de las plantas y los árboles como plántagos, cipreses u olmos aunque las más generalizadas son al polen del olivo y las gramíneas.
A pesar de que no todas las alergias primaverales provocan los mismos efectos y en la misma medida, hay unos que son comunes a todos: estornudos, escozor de ojos, tos y picor de garganta. Para prevenir estos síntomas existen una serie de recomendaciones generales como no tener las ventanas abiertas, evitar pasear en zonas con mucha vegetación o no salir a la calle en las horas de mayor polinización (primera hora de la mañana). Sin embargo, estos consejos no se pueden llevar siempre a la práctica.
El uso de mascarillas puede mejorar la calidad de vida de los alérgicos al polen ya que al proteger frente a las partículas ayuda a aliviar las molestias originadas por este tipo de alergias. A la hora de comprar una mascarilla para ayudar a prevenir los síntomas alérgicos hay que diferenciar entre las mascarillas de protección y las de higiene. En la actualidad estos productos, que se pueden comprar en farmacias y parafarmacias, ofrecen un diseño cómodo e incluso algunas permiten poder llevar gafas de prescripción o de sol.