El aumento significativo en la población de personas mayores es una característica común de los países desarrollados. La sociedad europea, y por ende la española, es cada vez más longeva, lo que supone un aumento de la demanda en recursos sociosanitarios y económicos en todos los países.
La población española mayor de 65 años es de 8,1 millones de personas, lo que representa el 17,2 por ciento de toda la población.
Las proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística (INE) señalan que en el año 2030, un 25,7 por ciento de la población será mayor de 64 años y seguirá creciendo hasta mediados de siglo. De todas las personas ancianas, aquellas con más de 85 años son las que más han crecido (se han doblado en las últimas tres décadas) y seguirán creciendo proporcionalmente más en los siguientes años. Todos estos datos se han puesto de manifiesto en el 56 Congreso de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG) y el 20 Congreso de la Societat Catalana de Geriatría i Gerontología (SCGG), que durante estos días se celebra en Barcelona.
Enfermedades edad-dependientes
Este aumento está en relación directa con el aumento de la esperanza de vida, y España es uno de los países con una esperanza de vida más elevada, que se sitúa en 2011 en 82,1 años (85 años en las mujeres y 79,2 en los hombres), y esto origina una mayor prevalencia de las denominadas como enfermedades edad-dependientes en las que el propio proceso del envejecimiento introduce cambios morfofuncionales que actúan como factores predisponentes.
"Estos datos son todo un éxito social, pero transformarán de forma radical la provisión de servicios sanitarios. Si bien es cierto que cada vez se llega de forma más saludable a la edad de jubilación, también es cierto que a medida que se envejece (sobre todo en edades muy avanzadas) se incrementa la probabilidad de tener más enfermedades (comorbilidad), más dependencia y más fragilidad. Y ello supone mayor presión financiera para el sistema sanitario público", apunta el doctor José Augusto García Navarro, co-presidente del 56 Congreso y director general del Consorci de Salut i Social de Catalunya.
"Nuestro sistema sanitario debe cambiar radicalmente para proveer cuidados de calidad a esta población cada vez más envejecida y deteriorada. Hasta ahora hemos organizado un sistema hospitalario basado en especialidades por órgano y sistema, un sistema de atención primaria que es penalizado para la gestión de enfermos crónicos, y un escaso sistema de atención post-hospitalización de agudos. Además, seguimos teniendo dificultades para la coordinación e integración de servicios sanitarios y sociales", apunta.
En el escenario que se dibuja, si queremos mantener un sistema sanitario de cobertura universal y de calidad en la atención a enfermos crónicos complejos, es necesario realizar profundas transformaciones que incluyan:
- Proactividad en la provisión de servicios de atención al anciano por parte de los servicios sanitarios y sociales.
- Trabajo transversal entre varias especialidades generalistas (geriatría, atención primaria, medicina interna, urgencias) y entre varias disciplinas (medicina, enfermería, fisioterapia, terapia ocupacional, etcétera).
- Integración de servicios sanitarios y sociales para la atención a casos complejos, con metodología de gestión de casos.
- Soporte rápido domiciliario en situaciones de crisis, asegurando acceso urgente tanto a los servicios médicos como sociales de atención primaria y utilizando servicios de hospitalización domiciliaria.
- Utilización de sistema de e-health para el mantenimiento de ancianos complejos en domicilio.
- Incremento de la geriatría comunitaria y la interacción geriatría-atención primaria.
- Incremento de la calidad de atención y de la capacidad de resolución de las residencias de ancianos con una adecuada cooperación y coordinación con atención primaria y con los servicios de geriatría hospitalarios.
- Mejora de la formación del personal clínico y de servicios sociales en atención al final de vida, introduciendo como ejes de atención básicos las preferencias del paciente y el cuidador.
- Por último integración de servicios sanitarios y sociales con potenciación de las plataformas multiservicio y la gestión de casos.
Todos estos programas y servicios se han de poner en marcha manteniendo y potenciando los que ya sabemos que funcionan de forma correcta y adecuada:
- Las unidades de agudos de geriatría, que deberían instalarse en cada hospital general y que hay que orientar a pacientes médico quirúrgicos con diversos niveles de complejidad.
- La actuación proactiva en los servicios de urgencias de los hospitales generales.
- Las unidades de rehabilitación geriátrica, tanto generales como dedicadas a traumatología (unidades de ortogeriatría).
"Por último, es imposible hacer provisión de servicios sin una participación más activa del cuidador principal al que cada día le pediremos más implicación y mayor capacidad técnica para dispensar cuidados", añade el doctor García Navarro.
Durante el congreso se discutirán las diferentes modalidades asistenciales y se pondrán ejemplos tanto nacionales como internacionales de atención.