La vuelta al trabajo después del periodo vacacional y la adaptación a un nuevo ritmo de vida puede derivar en estrés. Por norma general, este proceso no es muy intenso para la gran parte de los trabajadores. Algunas personas pueden ver esta vuelta a la actividad con preocupación y otras con ilusión. Solo en algunos casos se requiere de un abordaje profesional, ya sea médico o psicológico, para poder afrontar el regreso a la rutina.
La adaptación a la rutina tras las vacaciones puede derivar en estrés
El estrés es un proceso normal de adaptación a las demandas del contexto. Si este estrés es muy intenso o se le suman otros problemas pueden desarrollarse síntomas como cansancio generalizado, fatiga, falta de sueño, dolores musculares, falta de apetito o de concentración, irritabilidad, tristeza, falta de interés o nerviosismo, etc.
Algunos grupos de población son más proclives a padecer ansiedad y estrés. Por profesiones, los profesores son una de las profesiones consideras más vulnerables, ya que casi la mitad de estos profesionales padecen altos niveles de estrés. Por otro lado, para las personas que no han podido descansar porque no pueden coger vacaciones, para las que están a disgusto con su trabajo o para las que consumen tranquilizantes desde hace años el regreso tras las vacaciones de verano puede suponer un esfuerzo mayor y conllevarles consecuencias más importantes.
Para superar este periodo de adaptación a la rutina de una forma más rápida y evitar el estrés, Pablo Miralles, especialista en Disciplina Ergonomía y Psicosociología de la Dirección Actividad Técnica de Unipresalud, recomienda, entre otros consejos, dejar unos días de descanso entre el fin de las vacaciones y la vuelta al trabajo, dormir lo suficiente, prácticar de forma moderada ejercicio físico para conseguir relajarse, comenzar el trabajo poco a poco y a ser posible por lo más grato y saber seleccionar las actividades prioritarias cuando no se puede abarcar todo.