"El debate sobre los aspectos críticos del paciente psicogeriátrico al final de la vida no es una cuestión reciente en el campo de la Psiquiatría" subraya el doctor Manel Sánchez, coordinador del Área Sociosanitaria y de la Unidad de Psiquiatría Geriátrica del Hospital Sagrat Cor de Martorell (Barcelona) y profesor asociado de Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona, quien coordina un simposio oficial en el XXIII Congreso Nacional de Psicogeriatría, organizado por la Sociedad Española de Psicogeriatría (SEPG) que versa sobre ese mismo tema.
¿Desde qué punto de partida? El experto subraya que "el crecimiento de esperanza de vida en Europa provoca que, a medida que se alarga la misma, los ancianos llegan a edades muy avanzadas en condiciones de mayor fragilidad, lo que provoca mayores problemas de salud, incluidas las demencias. A medio plazo, esto dificulta la viabilidad del sistema sanitario tal y como se conoce hoy en día y resurge con fuerza un dilema ético en relación con las personas en condiciones extremas. En Europa ya se plantean debates sobre cómo ha de llevarse la atención residencial para coordinar la eficacia, la eficiencia y la rentabilidad."
En el día a día, crece el número de profesionales sanitarios que se encuentran con este asunto. "Atender esta cuestión requiere una habilidades específicas en las que han de valorarse los aspectos éticos de cada caso, la situación del paciente, la opinión de las familias y los recursos existentes".
Detalla el experto cómo, en el caso de la eutanasia y el suicidio asistido, dos cuestiones en boga en el debate, "existe un marco legal amplio donde la eutanasia no está contemplada en muchos países. Habida cuenta la diversidad cultural y religiosa de cada país ni siquiera se contempla la posibilidad de establecer una norma universal de mínimos. Está en debate la limitación de los esfuerzos terapéuticos en los casos extremos o sobre la sedación terminal pero no hay un baremo fijo al respecto".
En el estado español, el debate está centrado en la propia sedación terminal, "una disminución deliberada de la consciencia del enfermo, una vez obtenido el oportuno consentimiento, mediante la administración de los fármacos indicados y a las dosis proporcionadas, con el objetivo de evitar un sufrimiento insostenible causado por uno o más síntomas refractarios. En todo caso el conflicto no es sencillo".
"La actual situación poblacional" prosigue el experto, "deriva en una sobrecarga de los sistemas sanitarios. Esta realidad exige cautela a la hora de medir los esfuerzos. No obstante, en nuestro entorno el debate empieza a centrarse a partir de determinadas edades o con ciertos cuadros de demencia asociados a edades muy avanzadas. En aquellos casos en los que se intuye una derivación hacia demencias severas se contemplan los documentos de voluntades anticipadas y la planificación anticipada de decisiones como herramientas de previsión que suelen desangustiar bastante. Manejarse al final de la vida es una habilidad en la que han de profundizar los sistemas sanitarios".
La creciente aparición en Europa de numerosos grupos pro eutanasia abogan por que la dignidad de la persona entre "en un debate ineludible" entre diferentes corrientes éticas. "¿Cuál es la concepción de la persona humana que tiene el profesional?", se pregunta Manel Sánchez. "Porque parece que cuando se apela a la dignidad de las personas ésta se pierde cuando su estado de salud se agrava y ha de considerarse que un ser humano es digno hasta el último momento de si vida, no tiene porqué ni debe perder esa dignidad. Ese debate debiera estar superado porque hoy por hoy no se trata de un problema técnico sino ético. Pero me temo que es ineludible".