El cáncer de próstata es el más frecuente en la población masculina (35.126 nuevos casos en España en 2020) y el tercero en mortalidad, según los datos del Observatorio de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Sin embargo, solo el 50% de los hombres mayores de 50 años se someten a una revisión urológica anual, tal como recomienda la Asociación Española de Urología. La dificultad o urgencia para orinar, el goteo postmiccional y la sensación de vaciado incompleto son algunos de los síntomas que llevan a los hombres a acudir a la consulta del urólogo, aunque con frecuencia los tumores prostáticos se desarrollan de manera asintomática.
El diagnóstico precoz y la localización exacta del tumor son factores clave para establecer la opción terapéutica más adecuada en cada caso, así como para incrementar los niveles de supervivencia y minimizar los efectos secundarios de los tratamientos más invasivos, que pueden llegar a provocar impotencia o incontinencia.
"Aspiramos a aplicar la precisión diagnóstica y terapéutica del cáncer de mama al cáncer de próstata", afirma el urólogo Emilio López Alcina, que dirige la Unidad Multidisciplinar de Próstata de la red de Clínicas Biomédicas Ascires, desde la que plantea un abordaje totalmente innovador de la enfermedad. "Ambos tipos de cáncer tienen características comunes: se pueden palpar, están relacionados con alteraciones hormonales y, en los casos de riesgo hereditario, en ambos cánceres están implicados los mismos genes (BRCA 1 y 2). Sin embargo, mientras que en el cáncer de mama se ha logrado una gran exactitud diagnóstica y las mastectomías solo se realizan ya en casos aislados, en el cáncer de próstata nos seguimos guiando por biopsias ciegas y aplicamos tratamientos radicales de manera demasiado generalizada".
Objetivo: maximizar la vida plena
Así, el objetivo es maximizar la precisión diagnóstica y plantear opciones de tratamiento selectivas y personalizadas, capaces de preservar la vida plena del paciente el máximo tiempo posible. Un aspecto fundamental si se tiene en cuenta que los efectos secundarios de la extirpación de la próstata (prostatectomía) pueden suponer una importante merma de la calidad de vida: entre el 50% y el 70% de los pacientes padecerán disfunción eréctil o impotencia y, el 10%, incontinencia.
Si bien se han producido importantes progresos en tecnología quirúrgica y farmacológica para tratar el tumor de próstata, los procedimientos de detección no han avanzado al mismo ritmo. "No podemos seguir empleando métodos arcaicos de diagnóstico ni basar el abordaje de la enfermedad en una biopsia ciega, como lo son la mayoría que se realizan en la actualidad. En nuestra red proponemos una orientación radicalmente nueva en el diagnóstico, que es la base de todo", expone el doctor López Alcina, que lidera un equipo de siete urólogos y de especialistas en Radiología, Anatomía Patológica, Genética, Medicina Nuclear y Oncología Radioterápica.
Nuevos biomarcadores y biopsias fiables
La prueba más extendida para detectar el cáncer de próstata, el análisis del biomarcador PSA en sangre, se ha revelado insuficiente, mientras que la biopsia convencional (transrectal) también tiene serias limitaciones.
"Nuestra Unidad Multidisciplinar de Próstata está introduciendo nuevos biomarcadores de Imagen y de Genética, que aportan una mayor precisión diagnóstica y nos ayudan a superar las carencias del PSA", indica el especialista en Urología. Así, en las primeras etapas del estudio del cáncer de próstata, la resonancia magnética multiparamétrica es una técnica de Imagen con alto valor predictivo, que contribuye a determinar el riesgo real de padecer cáncer de próstata y a seleccionar a aquellos pacientes que realmente deben someterse a una biopsia, evitando aplicar esta prueba de manera indiscriminada o recurrente.
En el ámbito de las biopsias también queda un amplio recorrido de mejora. Con el propósito de realizar diagnósticos más exactos, se están incorporando dos técnicas de Imagen (ecografía y resonancia magnética) que permiten realizar biopsias con acceso transperineal, con lo que se elimina el riesgo de infección de la biopsia convencional (por vía transrectal).
Terapias dirigidas y personalizadas
El trabajo en equipo de urólogos, anatomopatólogos, médicos nucleares, radiólogos y genetistas es clave a la hora de asegurar la detección avanzada y prematura de la enfermedad. "Un buen diagnóstico y el hecho de tener el tumor perfectamente localizado y caracterizado abren la puerta a la terapia focal, mucho más precisa y personalizada, con una repercusión muy positiva a la hora de preservar la calidad de vida del paciente", apunta el especialista.
La técnica de Ultrasonido Focal de Alta Intensidad (HIFU, por sus siglas en inglés), el láser de aplicación directa, la electroporación o la crioterapia son algunos de los tratamientos que, en determinados casos, pueden suponer una alternativa a la prostatectomía radical (cirugía para extraer completamente la glándula prostática) o la radioterapia.
La máxima exactitud diagnóstica permite aplazar la aplicación de la terapia o intervención hasta que llegue el momento óptimo o incluso vigilar indefinidamente de forma segura. "Con una clasificación precisa de los pacientes, en los tumores de bajo riesgo podemos optar por un tratamiento diferido o vigilancia activa, que permite al paciente conservar una calidad de vida plena con la completa tranquilidad de que está siendo perfectamente controlado y de que solo se intervendrá en el momento que sea necesario, pero no antes", indica el urólogo.