Mitos en torno al suicidio

Expertos en salud mental destacan que el suicidio se puede prevenir con ayuda psicológica si se detectan las señales de alarma

Cada día casi 10 personas mueren por suicidio en España, lo que lo convierte en la principal causa de muerte no natural en el país, muy por encima de los accidentes de tráfico
Se estima que seis de cada diez personas piden ayuda la misma semana que consuman el suicidio y dos de cada diez el mismo día en que mueren
Las personas con ideación suicida pueden mandar señales como preparativos de su fallecimiento, ya sea arreglar testamento, el aislamiento social, los cambios en su estado de ánimo o la expresión de sentimientos de desesperanza e impotencia
Aproximadamente el 90% de las personas que mueren o hacen una tentativa de suicidio tienen alguna patología mental, principalmente depresión, trastorno bipolar y esquizofrenia

La muerte por supuesto suicidio el pasado miércoles 9 de enero de una estudiante en un colegio de Valencia ha vuelto a poner sobre la mesa el tema del suicidio, que cada día cuesta la vida a casi 10 personas en España, según los últimos datos, correspondientes a 2016, del Instituto Nacional de Estadística (INE). Pese a ser la principal causa de muerte no natural en España, muy por encima de los accidentes de tráfico, el suicidio sigue siendo hoy un concepto muchas veces tabú y rodeado de informaciones que en la mayoría de ocasiones tienen poco de verdad y mucho de mitología.

Uno de los mitos más instaurados y más habituales tras una muerte por suicidio es el que afirma que ésta no se podía prevenir. Para María Acosta Benito, psicóloga, terapeuta ocupacional y experta en suicidio de la Línea de Rehabilitación Psicosocial de las Hermanas Hospitalarias, la realidad es totalmente opuesta. "Hoy sabemos que la persona que piensa en morir tiene un alto sufrimiento emocional. Normalmente no toman la decisión de suicidarse con una intencionalidad clara de querer morir sino por querer aliviar ese sufrimiento. Cuando una persona se encuentra en esta situación tiene una lucha interna entre querer morir y querer vivir", explica.

En ese sentido, Acosta Benito considera que la clave de la prevención se encuentra en conseguir que el suicidio "deje de ser un tema tabú y en concienciar a la sociedad" de que es un problema que está en nuestra mano solucionar. "Para prevenirlo es clave saber escuchar, acompañar y pedir ayuda. Tener presente que el suicidio es una realidad en nuestros días y no girar la cabeza cuando alguien nos habla de ello. No juzgar a la persona que está en esta situación, ya que no es ni un valiente ni un cobarde, sino que es una persona que sufre. No hay que minimizar cualquier expresión de desesperanza y de desilusión, ni culpar a nadie de haber llegado a ese punto. Y llegados a este extremo es imprescindible buscar ayuda especializada pues es una responsabilidad colectiva donde todos podemos aportar nuestro granito de arena", argumenta.

Otros mitos sobre el suicidio muy instaurados en la sociedad

La idea preconcebida de que el suicidio no se puede prevenir puede partir en parte de otro mito muy instaurado, aquel que manifiesta que la persona que quiere suicidarse no avisa de sus intenciones, sino que simplemente lo hace. La experta de la Línea de Rehabilitación Psicosocial de las Hermanas Hospitalarias reconoce que hasta hace relativamente poco podría pensarse que la conducta suicida "es un acto impulsivo o poco reflexivo". Sin embargo, sostiene, hoy se sabe que la persona que piensa en morir en la mayor parte de los casos ha comunicado su decisión "de alguna forma" antes de hacerlo. No en vano, se estima que seis de cada diez personas piden ayuda la misma semana que consuman el suicidio y dos de cada diez el mismo día en que mueren.

El problema, para la psicóloga, es que no siempre sabemos identificar esos mensajes. "Esta comunicación no siempre se hace de manera directa con frases como "estoy pensando en suicidarme", sino que las personas pueden mandar otro tipo de señales como preparativos de su fallecimiento, ya sea arreglar testamento, el aislamiento social, los cambios en su estado de ánimo o, entre otros muchos, la expresión de sentimientos de desesperanza e impotencia", enumera.

Un problema al que se suma otro igual de importante: el tabú que rodea al suicidio y la existencia de ideas muy arraigadas al respecto, como que hablar abiertamente del suicidio puede incitar a hacerlo: "Es uno de los grandes mitos en torno al suicidio pero la realidad es otra completamente distinta. El hablar del suicidio no sólo no lo provoca, sino que es la mejor forma de reducir el riesgo de cometerlo. A través de la palabra la persona puede expresar cómo se siente y nos brinda una oportunidad para poderle hacer recapacitar y que se enganche a la vida".

La importancia de la salud mental

Se estima que por cada persona que fallece por suicidio ha habido otras 20 o 30 que lo han intentado sin éxito. Y ese intento frustrado, a diferencia de lo que se suele creer, no es una forma de llamar la atención. Todo lo contrario. Como afirma María Acosta, es "el factor predictor más importante de un suicido". En ese sentido, la experta destaca que uno de los momentos más críticos tiene lugar durante los días posteriores tras una tentativa, incluso cuando ha habido un ingreso hospitalario. "En esos momentos es muy importante que la persona tenga apoyo social y seguimiento continuo por los especialistas de salud mental", explica.

La salud mental, precisamente, y aunque el suicidio hunde sus raíces en un conjunto de causas multifactoriales que provocan sufrimiento en la persona, se esconde tras muchas de las muertes por suicidio. "Las investigaciones nos hablan de que aproximadamente el 90% de las personas que mueren o hacen una tentativa tienen alguna patología mental, principalmente depresión, trastorno bipolar y esquizofrenia. Sin olvidar que muchas de estas enfermedades van unidas al abuso y dependencia de tóxicos", argumenta María Acosta.

En ese sentido, por último, la portavoz de la Línea de Rehabilitación Psicosocial de las Hermanas Hospitalarias recuerda que la Organización Mundial de la Salud ha pedido a los países miembros que generen estrategias de prevención del suicidio. Algo que de momento no existe a nivel global en España, donde no hay ningún plan Nacional para el suicidio, pero sí a nivel autonómico en algunas comunidades. Para Acosta, la atención a las personas con ideación autolítica tiene que ir más allá del tratamiento de la enfermedad mental, y "requiere de una formación específica por parte de los profesionales y de una gran disponibilidad de recursos 24 horas al día para poder llegar a todas las personas que lo necesitan".

 

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