Expertos señalan la urgencia en la protección de los pacientes con demencia en el marco de la pandemia de la COVID-19

Médicos especializados en neurología destacan la importancia de la telemedicina y la innovación tecnológica para reducir el riesgo de futuros contagios
En España, la prevalencia de la demencia oscila entre el 8,5% y el 9,4% en mayores de 70 años, uno de los colectivos con mayor afectación por la incidencia de la COVID-19

La crisis generada por la pandemia de la COVID-19 ha tenido numerosas afectaciones en el tratamiento de muchos españoles que ya sufrían patologías previas a la aparición del virus SARS-CoV-2 en España. En el marco del webinar "La gestión de la demencia en tiempos de COVID-19" impulsada por Neuraxpharm, grupo farmacéutico europeo especializado en el tratamiento del Sistema Nervioso Central (SNC), se ha ampliado el conocimiento y la experiencia sobre los efectos de la COVID-19 en la gestión de personas con demencia, especialmente en los casos de enfermedad de Alzheimer.

Demencia, la epidemia silenciosa a la sombra de la COVID19

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el alzhéimer y otras demencias afectan a alrededor de 47 millones de personas en todo el mundo. Cada año se diagnostican alrededor de 9,9 millones de nuevos casos, lo que equivale a un nuevo caso diagnosticado cada tres segundos. En España se estima que esta patología afecta a 900.000 personas. La prevalencia de esta enfermedad neurodegenerativa en la población española presenta una mayor afectación a medida que aumenta la edad. En este sentido, en una población cada vez más envejecida, la demencia se está convirtiendo en una de las grandes epidemias silenciosas de nuestro siglo a la sombra de otras enfermedades con una sintomatología más inmediata.

En su intervención en el webinar impulsado el Dr. Guillermo García Ribas, médico especialista en Neurología del Hospital Universitario Ramón y Cajal de Madrid, señalaba los aspectos que deben tener en cuenta los sanitarios en la relación médico-paciente en el marco de la nueva normalidad médica, la cual incluye limitaciones en el número de pacientes atendidos, dificultades para realizar evaluaciones presenciales y, sobre todo, el miedo al contagio, en especial en los casos de personas de edad avanzada con deterioro cognitivo. A este nuevo escenario se le suman los efectos del confinamiento en los pacientes como "la dificultad para entender la situación que se está viviendo, la pérdida de los hábitos cotidianos, la falta de estimulación cognitiva por el cierre de los centros de día y los trastornos de conducta a nivel relacional con los cuidadores o entorno" señala el Dr. García Ribas. 

Por su parte, la Dra. Mercé Boada, fundadora y directora médica de Fundació ACE, compartió en el webinar su testimonio sobre cómo había tenido que adaptar sus plantillas y procedimientos como consecuencia de la COVID-19 para seguir atendiendo a las necesidades de sus pacientes. Gracias a una pronta implementación de herramientas de telemedicina, la fundación consiguió hacer el seguimiento de un 75% de los casos programados y asesorar al 115% de nuevas consultas durante los meses de confinamiento obligatorio.

En los resultados de estudios clínicos compartidos en el webinar se ha podido detectar que, en la gran mayoría de casos, personas con enfermedades subyacentes, como hipertensión o diabetes, tienen síntomas más graves y peores resultados de recuperación. En esta misma línea, también se han facilitado pruebas médicas que demuestran que el riesgo de experimentar complicaciones es más elevado en pacientes con edad avanzada, coincidiendo con el grupo de mayor afectación de las personas con demencia o alzhéimer. Según afirmaba la Dra. Boada, "es urgente activar soluciones que contribuyan a dar continuidad en el tratamiento de las personas con deficiencias de las funciones cognitivas. El alto coste social de este tipo de enfermedades hace necesario no solo asegurar una constancia en el seguimiento de pacientes sino también en la investigación científica que persigue resultados en la terapia de este tipo de enfermedades".

La telemedicina como herramienta para mejorar el diagnóstico

Ambos ponentes destacaron su apuesta decidida por la innovación tecnológica como herramienta de prevención y continuidad de los tratamientos, así como para reducir riesgos innecesarios durante los desplazamientos. Si bien es cierto que los avances tecnológicos permiten en este contexto aportar soluciones sin peligro para el paciente, acelerar la información en pruebas complementarias o paliar situaciones disruptivas en el entorno del paciente, cabe resaltar que la telemedicina requiere de requisitos técnicos que no todos los personas con demencia o su entorno disponen. En este sentido, ambos doctores resaltaron la urgencia de destinar recursos para poder asegurar los tratamientos de cara al futuro.

Prevención frente a nuevas oleadas de contagios

Los ponentes propusieron la creación de grupos de crisis con apoyo de investigadores privados que aseguren los cuidados de larga duración. Y es que, en una población que requiere una atención mucho más continuada y compleja, la incidencia de la COVID-19 ha hecho evidente la necesidad inaplazable de asegurar los medios necesarios para hacer frente a futuras oleadas de contagios y proteger a los pacientes, en especial a los pertenecientes a grupos de riesgo.

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