Las celebraciones navideñas y de fin de año traen de la mano una serie de cambios en nuestras rutinas ante los que es necesario estar alerta, sobre todo en personas mayores. Concretamente, son las relaciones familiares y sociales y, especialmente, los hábitos nutricionales, los aspectos que se ven más afectados por el ritmo propio de las Navidades.
En lo que respecta a la nutrición, la variación de la frecuencia y la cantidad de comidas durante este periodo afecta a todas las personas, pero especialmente a las mayores, ya que, tal y como apunta el doctor David Curto, jefe de la Dirección Asistencial de Sanitas Mayores, este colectivo "suele verse más afectado debido a un proceso digestivo más pesado y lento, así como a la interferencia con dolencias propias de la edad".
Y es que, según datos de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), gran parte de la población mayor de 65 años está diagnosticada de alguna enfermedad relacionada con la alimentación: más del 60% tienen hipertensión, un 38% diabetes, un 50% hipercolesterolemia y un 38% padece osteoporosis, cifra que asciende hasta el 70% en la población mayor de 80 años.
En este sentido, tal y como indica el especialista de Sanitas Mayores, lo ideal es evitar comidas excesivamente copiosas, moderar el consumo de sal y azúcar en los platos y postres, no abusar de las grasas e incluir propuestas que traten de adaptar las texturas de los platos a las dificultades para tragar que padecen muchas personas de edad avanzada.
Además, también hay que tener en cuenta el componente social que supone la Navidad. Se trata de un periodo en el que muchas personas pueden experimentar un sentimiento de soledad, una de las causas principales del deterioro de la salud en las personas mayores según la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en el que los recuerdos pueden afectar a su estado de ánimo, en especial en el caso de haber experimentado la pérdida de seres queridos.
De hecho, durante estas fechas es frecuente que sufran episodios de nostalgia, melancolía, desinterés, falta de apetito y alteraciones del sueño. Es un estado anímico al que se conoce como "depresión blanca" o "blues navideño" que, si no es tratado oportunamente, puede convertirse en un problema permanente.
Para evitarlo, "es esencial implicar al mayor en las fiestas de Navidad y hacerle partícipe de las actividades", recomienda el jefe de la Dirección Asistencial de Sanitas Mayores. En este sentido, el doctor Curto aconseja que los mayores compartan tiempo con los pequeños de la casa, ya que "no solo se potencia el estado de ánimo positivo, sino que también se refuerza la estimulación cognitiva".
Estos días también son una buena oportunidad para disfrutar del ocio y el ambiente festivo en las calles y, así, favorecer la socialización de los mayores. No obstante, hay que tratar de evitar aglomeraciones y situaciones estresantes por un exceso de gente o de ruido, advierte David Curto.
En el caso de personas que padezcan demencia, el especialista de Sanitas Mayores recuerda la importancia del componente ambiental. "Lo idóneo es evitar los cambios en la medida de lo posible, para poder ayudar a los pacientes con demencia a que se sientan más cómodos ya que pueden desorientarse en Navidad debido al cambio de elementos del entorno como la decoración, las luces navideñas y la disposición del mobiliario".