La nutrición del bebé durante el último trimestre de embarazo y los dos primeros años de vida del bebé es fundamental para un desarrollo correcto.
Durante esos dos primeros años de vida, la grasa es un componente clave de la alimentación y se debe contemplar como una fuente de ácidos grasos y de colesterol, necesarios para formar membranas celulares en todos los órganos y para constituir la estructura correcta de órganos importantes, como la retina del ojo y el sistema nervioso central, que están constituidos predominantemente por grasas.
Gran parte de las grasas necesarias para la formación de estos tejidos está constituida por ácidos grasos esenciales, que no pueden ser sintetizados por el organismo y deben ser aportados por la dieta.
Así, estudios en niños que fallecieron por muerte súbita durante la infancia han revelado que la dieta temprana influye directamente en la composición del cerebro humano. De este modo, se ha llegado a la conclusión de que los niños que reciben leche materna tienen mayor contenido de ácido docosahexaenoico (ADH) -un ácido graso esencial- en la corteza cerebral que los que reciben fórmula artificial. Por ello, es fundamental cuidar la composición de las leches artificiales en ácidos grasos esenciales, puesto que estos están involucrados directamente en el desarrollo cerebral del feto y del bebé menor de dos años.