La capilaroscopia llega al área del niño para mejorar y acelerar el diagnóstico de enfermedades reumatológicas

La visión de los capilares de los dedos de las manos puede indicar la presencia de lupus, enfermedad mixta del tejido conectivo o esclerodermia

La reumatología pediátrica es la rama de la pediatría que se encarga de las enfermedades reumatológicas y conectivopatías que comprenden un amplio abanico de entidades, muy distintas entre sí. Se trata de enfermedades crónicas que, en su mayoría, cursan en brotes y suelen precisar tratamiento a largo plazo. A pesar de ello, y aunque existen patologías potencialmente graves, en la población pediátrica tienen un buen pronóstico. Con todo, para mejorar y acelerar su diagnóstico, ahora se puede recurrir a una prueba conocida, la capilaroscopia, habitualmente reservada a población adulta.

Habitualmente enganchados al ecógrafo como herramienta diagnóstica por excelencia y sin la que, hoy por hoy, casi no podrían desarrollar su especialidad, los reumatólogos de adulto también utilizan el capilaroscopio, pero no así los pediátricos. "Es un microscopio que conectamos al ordenador y nos permite ver en detalle los capilares de los deditos del niño -explica Amelia Muñoz Calonge, una de las contadas reumatólogas pediátricas que maneja la técnica, formada en el Hospital Universitario La Paz y que ahora ha puesto en marcha en el Hospital Universitario Sanitas La Moraleja-. Primero se realiza una panorámica general, de los dedos segundo al quinto, dejando al margen el pulgar. Después, miramos dedo a dedo, de manera más profunda, obteniendo información visual, más la que nos aporta la aplicación del capilaroscopio a través de los marcadores que genera el ordenador al que está conectado".

Al margen de la artritis idiopática juvenil, hay otras enfermedades reumatológicas menos frecuentes que afectan a niños de diversas edades y que van a ser mejor identificadas gracias a la capilaroscopia: "En el lupus, en las dermatomiositis o en las esclerodermias, esta prueba nos ayuda a ver unos capilares que no están bien colocados ni formados, que se aprecian tortuosos, a modo de árboles, y engrosados, y a veces incluso ni se pueden ver".

Cuando los capilares se muestran de esta manera, suelen ser sinónimo de enfermedad reumatológica. En otros casos, como en el síndrome de Raynaud, donde los deditos del niño presentan cambios de coloración (se tornan azules, blancos, rojos), por efecto del frío, la capilaroscopia puede indicar que la causa es una enfermedad reumatológica subyacente, como una esclerosis sistémica o una enfermedad mixta de tejido conectivo.

La prueba no es invasiva, ni duele ni siquiera molesta. Eso sí, lleva su tiempo, ya que hay que visualizar y analizar los capilares de los dedos del niño.

La reumatología pediátrica es una gran desconocida en el Área del Niño, aunque su importancia no es desdeñable. Su enfermedad más habitual es la artritis idiopática juvenil que bien podría parecer que tiene su continuación y conexión con la artritis reumatoide del adulto, pero no: "No tienen casi nada que ver, ni en forma de aparecer ni en los brotes ni tampoco en el tratamiento".

Otras patologías, como las ya referidas para las que la capilaroscopia supone un gran avance diagnóstico, son menos frecuentes, pero pueden llegar a ser graves, según la doctora Muñoz Calonge: "Son enfermedades que afectan a muchos órganos. Mientras que la artritis afecta solo a las articulaciones y a los ojos, un lupus o una esclerosis sistémica afecta al aparato digestivo, al respiratorio y al circulatorio, con mucha alteración de la sangre. No responden siempre a los tratamientos, hay que tener paciencia con los niños y algunos tratamientos suelen durar años". De ahí la importancia de reforzar las pruebas diagnósticas, y de establecer un manejo de la enfermedad rápido y personalizado.

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