El concepto de cronodisrupción hace referencia a una disfunción mantenida en el tiempo del sistema circadiano y caracterizada por la alteración de la sincronización entre el tiempo interno (ritmos biológicos) y el ciclo ambiental natural. El sueño es uno de los procesos fisiológicos más afectados por esta disfunción. Entre los pacientes que presentan cronodisrupción se observa una disminución del tiempo dedicado a dormir, una reducción de su profundidad y calidad y el hecho de que el sueño tiene lugar en momentos del día inadecuados.
Hay determinadas enfermedades que pueden predisponer a esta cronodisrupción (el asma, la apnea, la diabetes, la fibromialgia, la enfermedad de Parkinson, la de Alzheimer o el cáncer). Sin embargo, tal y como sostiene el doctor Pedro Francisco Almaida, miembro del grupo de trabajo de Cronobiología de la Sociedad Española de Sueño (SES) e investigador en el Laboratorio de Cronobiología de la Universidad de Murcia, en la mayoría de las personas la cronodisrupción aparece como resultado de unos hábitos de vida poco saludables, que producen un desajuste entre los tiempos interno, ambiental, social y metabólico.
"Cuando estos tiempos no están sincronizados entre sí, nuestro sistema circadiano recibe señales contradictorias y se acaba estropeando. Desde un punto de vista práctico, hemos observado que la cronodisrupción grave aparece en personas que suelen compartir tres características: por un lado, la poca o nula exposición a luz natural en exteriores y la elevada exposición a luz artificial por la noche; en segunda instancia, un exceso de sedentarismo y, por último, una reducida o nula interacción social directa", explica el experto.
Estos malos hábitos de vida tienen un precio, y es que la cronodisrupción se asocia con una mayor prevalencia y agravamiento de un gran número de patologías cuya incidencia está aumentando en sociedades industrializadas. Entre ellas la diabetes, la depresión, la infertilidad, los trastornos de sueño, la pérdida de memoria, la inmunodepresión, la enfermedad cardiovascular, el envejecimiento acelerado y ciertos tipos de cáncer, como el colorrectal, el de pecho y el de pulmón.
"La Agencia Internacional de Investigación en Cáncer, perteneciente a la Organización Mundial de la Salud, ya en 2007 clasificó el trabajo nocturno o el trabajo que implica atravesar en poco tiempo varias franjas horarias, como posible carcinógeno en humanos, señalando que ya existe suficiente evidencia en animales de experimentación del impacto que tiene la cronodisrupción sobre el desarrollo de determinados tipos de cáncer", afirma Almaida, que señala que, además, la cronodisrupción también afecta directamente a la eficacia de los tratamientos y reduce la esperanza de vida de los pacientes: "Teniendo en cuenta que muchos procesos relacionados con el desarrollo y la progresión del cáncer están regulados por el sistema circadiano, la robustez de nuestros ritmos estará muy asociada con la evolución de la enfermedad. En un estudio de 2014 realizado en pacientes con cáncer colorrectal y dirigido por Francis Levi, del Hospital Paul Brouse de París, pionero en la cronoterapia del cáncer, se observó que la probabilidad de supervivencia de los pacientes con ritmos de temperatura y actividad motora mejores era del doble que la de los que tenían ritmos alterados".
Monitorización circadiana ambulatoria de los pacientes con cáncer
El doctor Almaida recibió el pasado mes de septiembre durante el Congreso de la Sociedad Española de Sueño el premio Joaquín Terán y Mari Luz Alonso al mejor trabajo publicado en 2023 por el proyecto Chronodisruption and Ambulatory Circadian Monitoring in Cancer Patients: Beyond the Body Clock. publicado en la revista científica Current Oncology Reports.
La investigación parte de la monitorización circadiana ambulatoria de pacientes con cáncer a través de un dispositivo tipo pulsera que éstos llevan puesto durante siete días consecutivos mientras hacen vida completamente normal. "Este dispositivo, gracias a una serie de sensores incorporados, registra en tiempo real los ritmos de temperatura de la piel (que se correlacionan muy bien con la somnolencia), de actividad física (cuándo se mueve la persona y con qué intensidad lo hace), la posición corporal o la exposición a luz ambiental (cuándo se expone, a qué intensidad se expone y a qué tipo de luz)", explica el experto.
A partir de la información registrada por estos dispositivos, los investigadores realizan un análisis exhaustivo de los ritmos circadianos de cada persona, incluido el sueño, al mismo tiempo que ven cuáles son sus hábitos de vida, de modo que pueden estudiar la relación entre el tiempo interno de cada sujeto (el que marca su reloj biológico) y los ciclos ambientales, lo cual es fundamental para determinar si existe cronodisrupción.
"Mediante esta tecnología vestible podemos monitorizar al mismo tiempo a un amplio número de pacientes mientras realizan vida normal, proporcionando información objetiva acerca del estado funcional del sistema circadiano y el sueño tanto a nivel individual, que puede ser usada para tomar decisiones personalizadas dirigidas a mejorar la salud del sujeto, como a nivel de grupos poblacionales de interés, como ya se ha demostrado con trabajadores a turnos, recién nacidos, hipertensos, pacientes con síndrome metabólico, ancianos, personas con problemas respiratorios durante el sueño o pacientes de Parkinson. De este modo, podremos crear perfiles circadianos asociados a distintas enfermedades, lo cual puede constituir una potente herramienta de diagnóstico y prevención", concluye.