Fumar durante el embarazo se ha relacionado con diversos problemas en la descendencia, como problemas de aprendizaje, trastorno por déficit de atención con hiperactividad e incluso obesidad.
Sin embargo, aunque los trastornos pediátricos y obstétricos relacionados con el tabaco en esta etapa están bien definidos, los efectos en el comportamiento neonatal todavía han sido poco estudiados.
Una nueva investigación, liderada por expertos del Centro de Evaluación y Medida de la Conducta (CRAMC) de la Universidad Rovira i Virgili (Tarragona) y publicada en la revista Early Human Development, da un paso más allá y analiza también los efectos en el recién nacido del consumo pasivo de tabaco durante el embarazo.
Los resultados revelan que los hijos de madres fumadoras y de fumadoras pasivas presentan peores puntuaciones en la habilidad para inhibir estímulos que pueden alterar el sistema nervioso central. Además, los hijos de fumadoras pasivas poseen un peor desarrollo motor, y los de fumadoras, menor habilidad para regular las conductas y respuestas en los ámbitos fisiológicos, sensoriales, motores y atencionales.
Fumar durante el embarazo es uno de las mayores causas modificables de enfermedad y muerte tanto para la mujer embarazada como para el feto. Sin embargo, los estudios epidemiológicos muestran que entre el 11% y el 30% de las mujeres embarazadas fuman o están expuestas pasivamente al humo del tabaco.
Cuando una mujer embarazada fuma, la concentración de nicotina en el feto alcanza niveles un 15% mayor que los que existen en la madre. En España, el 43,5% de las mujeres entre 25 y 44 años fuma, porcentaje que cae durante el embarazo hasta alrededor del 26,6%.