La incontinencia contenida

Un problema que se da con una relativa frecuencia en las mujeres es el prolapso, o descolgamiento, de las estructuras genitales, como la vagina y los órganos que están a su alrededor.

Las causas de esta alteración pueden ser muy diversas. Entre ellas se destacan los traumatismos producidos durante el parto, la multiparidad y el haber tenido fetos grandes; tener unos ligamentos y músculos de la pelvis de poca consistencia; la disminución de las concentraciones de estrógenos, típica, por ejemplo, en la menopausia; la presión intraabdominal aumentada, situación que se da en las mujeres con obesidad o con enfermedades respiratorias crónicas, como el asma; y los antecedentes de cirugía pélvica.

El prolapso puede ser de muy distinta gravedad: desde la práctica ausencia de síntomas hasta trastornos más o menos severos, que pueden requerir intervenciones terapéuticas, que en los casos de mayor gravedad será una intervención quirúrgica. Esta intervención consistirá fundamentalmente en la fijación de las estructuras anatómicas descolgadas. En ocasiones, la cirugía puede dejar como secuela en la mujer operada un cierto grado de incontinencia urinaria de esfuerzo, o sea, la pérdida involuntaria de orina ante acciones como toser, reírse o ante ejercicios como correr o saltar.
 

Ya hace tiempo que se venía utilizando después de la cirugía del prolapso, y precisamente para evitar esa incontinencia urinaria de esfuerzo residual, un procedimiento conocido como colposuspensión de Burch. La novedad hoy es que un grupo de investigadores estadounidenses han llevado a cabo un estudio para comprobar la verdadera eficacia de este procedimiento en cuanto a evitar la incontinencia urinaria tras la cirugía.
 

Se trata de un estudio amplio en el que han participado 322 mujeres de nueve centros de los Estados Unidos. Los resultados indican que una de cada cuatro mujeres en las que no se practicaba la colposuspensión de Burch presentaba un grado de incontinencia urinaria que calificaban de molesta, mientras que solo en una de cada 20 mujeres en las que se practicaba el procedimiento se registraba incontinencia.

Es la primera vez que se demuestra en un ensayo clínico de gran tamaño el beneficio del procedimiento de Burch como técnica para evitar la incontinencia tras una intervención para corregir el prolapso vaginal.

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