La obesidad y la depresión aumentan el riesgo de sufrir trastornos del sueño

En los últimos años, diferentes estudios clínicos han ido demostrando una relación directa entre ciertas características de la sociedad y el aumento de la incidencia de algunos trastornos del sueño como el insomnio y las apneas. "En el caso del insomnio, el aumento de su frecuencia guarda relación con los hábitos de vida poco saludables y la incidencia de la depresión en la población actual, mientras que las apneas del sueño se relacionan fundamentalmente con el aumento de la prevalencia de la obesidad", afirma el Dr. Joaquín Durán, miembro de la Sociedad Española de Sueño (SES).

Recientemente, algunas investigaciones han relacionado trastornos como el síndrome de piernas inquietas, la apnea del sueño o el insomnio con un aumento del riesgo cardiovascular de los pacientes que no son tratados convenientemente. "Aunque las mayores evidencias disponibles hacen referencia al aumento del riesgo cardiovascular en relación a la apnea del sueño, en general se considera que el riesgo está aumentando entre un 150% y un 400%", concreta el Dr. Durán.

En esta línea, los especialistas entienden que existe una asociación "incuestionable a día de hoy" entre las apneas del sueño y un aumento del riesgo cardiovascular y cerebrovascular. En concreto, consideran la apnea del sueño como la causa más importante de hipertensión arterial secundaria que existe en la actualidad. Además, la apnea del sueño tiene un papel bidireccional con la obesidad. Por un lado, la obesidad puede causar apnea del sueño y, a su vez, las apneas del sueño pueden producir obesidad.

Por esta razón, los protocolos de prevención habituales para minimizar el riesgo cardiovascular en pacientes con trastornos del sueño se basan fundamentalmente en establecer un diagnóstico precoz de la enfermedad, lo que, en el caso de las apneas implica la identificación de los niños y adultos con esta patología lo antes posible. Los síntomas principales ante los que se debe consultar a un especialista son los ronquidos entrecortados, las apneas de sueño y una somnolencia o cansancio excesivos que aparecen sin explicación aparente.

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Es la alteración del sueño, bien por dificultad en conciliarlo (debido a problemas de estrés, ansiedad, menopausia, consumo excesivo de alcohol, etc.) o por tener un despertar precoz (típico en la depresión). Puede dar lugar a irritación, ansiedad, mal humor, falta de concentración, alteraciones del apetito, etc. Si el insomnio es habitual, su tratamiento debe ser consultado con un médico.

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