La esquizofrenia es una enfermedad crónica que requiere un tratamiento a largo plazo. La prevención de las recaídas es uno de los factores clave para alcanzar la mejora del funcionamiento social de las personas con esquizofrenia. En este sentido, los expertos consideran que garantizar la dosis correcta de fármaco diaria minimiza el riesgo de recaídas, permite una mayor estabilidad del paciente y contribuye a mejorar la integración, minimizando el estigma y permitiendo una mayor normalización.
Con el objetivo reflexionar sobre el uso del tratamiento farmacológico eficiente en los pacientes del espectro psicótico, abordando los distintos grupos de síntomas y orientado hacia la consecución de una mayor autonomía de los pacientes, Janssen ha organizado el simposio de Psiquiatría "En busca de una mejor autonomía del paciente".
Durante la reunión los expertos manifestaron que se debe trabajar con las personas que sufren esquizofrenia desde el prisma de la reducción de los síntomas psicóticos como primer paso para la recuperación, focalizándose en una remisión de la clínica que sea lo suficientemente amplia para que la mejora de su funcionamiento psicosocial le permita la normalización.
En este sentido, es fundamental entender que no se ha de tratar la enfermedad si no a la persona que la sufre. "El paciente padece síntomas, disfunciones y discapacidades en varias áreas de su dimensión afectiva, personal y social. Por ello, el tratamiento debe contemplar la recuperación de la autonomía personal del paciente, con sus capacidades, sus afectos y sus valores", explica el Dr. Jose Luis Carrasco, Psiquiatra y Jefe de Sección del Hospital Clínico de Madrid.
Para ello, el Dr. Carrasco señala que "hay que emplear fármacos eficientes y tolerables y movilizar todos los recursos necesarios para la rehabilitación funcional, incluyendo la facilitación de las condiciones sociales de manera que permitan una mejor integración en el mundo profesional".
Asimismo, en cuanto a la importancia de la prevención de las recaídas, el Dr. Carrasco, añade que, "cada recaída supone un paso atrás en la integridad cerebral y en su capacidad para recuperar su motivación, sus habilidades interpersonales y su funcionalidad social. La intervención temprana detiene los procesos cerebrales patológicos y ayuda al paciente a conocer y a controlar su enfermedad, minimizando los efectos sobre la capacidad funcional".
Monoterapia como medida de eficiencia clínica
En la actualidad, el abordaje de las fases precoces de los trastornos psicóticos exige una elección cuidadosa de los diferentes tipos de intervenciones disponibles, su adecuada articulación, así como la opción de ámbito de intervención más adecuada.
"Es difícil que los pacientes acepten la politerapia y la cumplan regularmente. Los pacientes son a menudo reacios al tratamiento y aceptan mejor un solo medicamento. Es por ello importante utilizar un fármaco que reúna los efectos sobre los síntomas positivos y afectivos y con un perfil adecuado de efectos adversos", comenta el Dr. Carrasco.
Asimismo, durante el simposio se hizo hincapié en la importancia del manejo de la dimensión afectica del espectro psicótico. Según el Dr. Carrasco, "los trastornos de la afectividad forman parte de la naturaleza esencial de las enfermedades psicóticas y se manifiestan por lo general en forma de desánimo, desmotivación, distimia o franca depresión".
"Algunos fármacos antipsicóticos como la paliperidona tienen además efectos sobre la afectividad, mejorando el estado de ánimo y reduciendo la disforia, por lo que están especialmente indicados en los pacientes en los que confluyen síntomas de la esquizofrenia y de los trastornos afectivos", concluye.