La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera droga a cualquier sustancia que, introducida en un organismo vivo, puede modificar una o varias de sus funciones. Todas las drogas tienen la capacidad de alterar el sistema límbico cerebral, responsable de la sensación de gratificación; es decir, de la capacidad de sentir placer. Este sistema límbico sirve para perpetuar aquellas acciones que nos proporcionan bienestar y se activa al realizar actividades placenteras, como por ejemplo comer, capacitándonos para percibir emociones. Las drogas estimulan la producción de dopamina, que es un neurotransmisor que se encuentra en regiones del cerebro que regulan el movimiento, las emociones, la cognición, la motivación y los sentimientos de placer. De este modo, se consigue una sobreestimulación de estas zonas cerebrales que desemboca en una euforia, modificando el pensamiento, las sensaciones y las emociones de las personas que las consumen.
Una vez iniciado el consumo, las drogas originan dos fenómenos sobre el organismo; la tolerancia y la dependencia. La tolerancia es la necesidad de consumir dosis cada vez mayores para obtener los mismos efectos. Y la dependencia es la necesidad imperiosa de consumir droga regularmente. Así se establece la adicción, que es una enfermedad que consiste en la dependencia de estas sustancias, produciéndose alteraciones en el comportamiento, la percepción, el juicio y las emociones de la persona cuando no las toma.
Por lo general, la decisión inicial de consumir drogas es un acto voluntario pero, si se continúa el consumo, el control del individuo sobre su deseo será cada vez menor y consumirá más y más, hasta llegar al abuso de drogas que se establece cuando se pierde la capacidad individual para ejercer el autocontrol.
La abstinencia o síndrome de abstinencia es otro aspecto importante del consumo de drogas. Este síndrome consiste en la aparición de síntomas físicos y psíquicos de diferente gravedad cuando la persona adicta intenta abandonar el consumo de una droga a la que estaba habituado. Los síntomas varían según la droga consumida y el tiempo de la adicción.
Tipos de drogas
Existen drogas legales y socialmente admitidas y promovidas y otras ilegales. Entre las primeras están el tabaco, el alcohol y los fármacos. Las ilegales se subdividen en dos grupos: estupefacientes (cánnabis y sus resinas, cocaína, heroína, metadona, morfina, opio y codeína) y psicotrópicos (barbitúricos, anfetaminas y ácido lisérgico, mescalina o psilocibina).
Los efectos de las drogas no son siempre iguales y varían en función del tipo de droga, la dosis consumida, las características psicofísicas de cada persona y el medio en que se produce el consumo. Es por ello que una misma droga puede producir efectos diferentes.
Según los efectos en el organismo, las drogas pueden ser estimulantes, depresivas, narcóticas o producir alucinaciones. La cocaína y las anfetaminas producen excitación, euforia, aumento del pulso cardiaco y de la presión sanguínea, insomnio e inapetencia. Los barbitúricos, las benzodiazepinas y el alcohol provocan dificultad para hablar, desorientación y embriaguez. El opio, la morfina, la codeína, la heroína, la metadona producen euforia, mareo, depresión de la respiración y náuseas. Los alucinógenos como el LSD, los hongos, la mescalina y el peyote producen alucinaciones, percepciones alteradas del cuerpo y de la realidad y alteración emocional. Los canabinoides, como la marihuana o el hachís, producen euforia, desinhibición, incremento del apetito y deterioro de la memoria y de la atención.
Las drogas tienen consecuencias negativas asociadas que afectan a muchos aspectos diferentes de la vida de la persona. Estas consecuencias pueden incidir sobre su salud general, pudiendo sufrir hepatitis, cirrosis, trastornos cardiovasculares, depresión, psicosis, paranoia, etc. La irritabilidad y los cambios en el estado de ánimo son frecuentes y los sentimientos de culpa deterioran la autoestima de estos enfermos. Los síntomas físicos incluyen trastornos del apetito, úlceras de estómago y duodeno, insomnio y fatiga.
La drogadicción afecta también a la interacción social de quienes consumen drogas. El adicto se aísla de la sociedad y poco a poco pierde el contacto con amigos y familiares. Generalmente la drogadicción interfiere en las relaciones laborales y estos enfermos suelen perder sus trabajos y vagabundear en busca de una dosis. También son frecuentes los problemas con la Justicia, ya que estos enfermos se mueven en entornos de delincuencia y su desinhibición les predispone a cometer actos delictivos.
Drogas y la mujer
Todas las drogas son perjudiciales durante el embarazo.
La drogadicción en la mujer tiene connotaciones mayores, ya que puede incidir sobre el feto durante el embarazo. Las drogas ilegales pasan al feto a través de la placenta y también están presentes en la leche materna. Todas las drogas son perjudiciales durante el embarazo y pueden producir abortos, defectos de nacimiento, bajo peso al nacer, parto prematuro o muerte fetal.
El alcohol, por ejemplo, pasa rápidamente al feto a través de la placenta y el hígado del bebé no es capaz de metabolizarlo como el de la madre por lo que el efecto será mucho más nocivo para el nonato. La medida más prudente de la mujer embarazada es, por tanto, la abstinencia total de alcohol, ya que no se sabe a ciencia cierta cuál es la cantidad de alcohol que puede consumir la madre con seguridad para el bebé. El aborto, el parto prematuro, el retardo mental y el alcoholismo del recién nacido son probables consecuencias del consumo de alcohol por parte de la madre.