Las personas mayores que enviudan tienen más riesgo de fallecer en los tres primeros meses tras la pérdida

La experiencia de la soledad, especialmente en contextos de aislamiento, aumenta los síntomas depresivos y el sufrimiento emocional

Albia, compañia que presta servicios en el sector funerario, ha lanzado, en el marco del Día Internacional de las Personas de Edad -que se celebra el próximo 1 de octubre- la publicación Enséñame a Despedirme - Duelo en personas mayores, tercera de la colección Enséñame a despedirme, que busca mejorar la gestión del duelo y el acompañamiento emocional en las personas mayores que pierden a un ser querido.

A partir de los 65 años, las personas experimentan importantes alteraciones vitales en áreas como el trabajo (con la jubilación), la salud o el bienestar emocional (con el fallecimiento de seres queridos). Por ello, la capacidad de adaptación continua es fundamental, también, en esta etapa. De hecho, los estudios indican que el riesgo de morir o de empeorar la salud del cónyuge aumenta en un 66% en los tres primeros meses de viudez. Es el llamado "efecto de la viudedad".

Así pues, este efecto cobra especial importancia en el contexto actual provocado por la COVID-19, que ha sido especialmente duro con el colectivo de los mayores. De hecho, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad español, el 86,3% de las defunciones se han registrado entre los mayores de 70 años.

"A pesar de que en personas mayores la cercanía a la muerte se acepta de manera más natural que en personas de menor edad, pueden brotar sentimientos de tristeza y preocupación en casos o circunstancias concretas como el aislamiento o la dependencia física, socioeconómica o familiar", recuerda Marian Carvajal, Responsable de Atención Emocional del grupo.

Con el paso del tiempo se hace cada vez más necesario contar con entornos conocidos y acogedores que ofrezcan seguridad y que faciliten la comunicación con otras personas. Eso, en condiciones normales, lo proporciona la familia, los amigos, el círculo habitual, el barrio, los vecinos, la residencia o los centros de día, "pero cuando alguien fallece, no se produce solo una pérdida sino, también, la alteración del equilibrio vital que esa persona contribuyó a crear. Por esta razón es necesaria una adaptación en diversos ámbitos".

La mencionada publicación proporciona, a través de una serie de capítulos, pautas y mecanismos con los que ayudar a decir adiós a nuestros seres queridos y a gestionar emocionalmente el duelo a los mayores de 65 años. Entre ellos:

  • Compartir momentos para charlar, recordar anécdotas, recuperar fotos y vídeos.
  • Incentivar su participación en actividades grupales: socializarse o conocer a otras personas en la misma situación.
  • Acompañar y disfrutar de actividades que sean del agrado del mayor.
  • Llevar una vida activa: practicar deporte, seguir una buena alimentación e hidratación y fortalecer relaciones sociales y familiares de calidad.
  • Permitir espacio para la soledad deseada: reposo, introspección, lectura.

Las mujeres viudas suelen presentar una mayor capacidad de adaptación que los hombres viudos, manteniendo las actividades del hogar y apoyándose en los hijos para las gestiones de tipo instrumental y administrativo, y en los amigos y vecinos para el apoyo emocional.

El aislamiento, especialmente si es impuesto (como el vivido en situaciones de emergencia sanitaria, por ejemplo) aumenta la experiencia de soledad, el sufrimiento emocional y favorece la aparición de traumas, miedos y vulnerabilidad psicológica. A mayor soledad percibida, mayor vulnerabilidad psicológica. Un factor de riesgo en los mayores, sobre todo por el aumento de los síntomas depresivos que ello conlleva.

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