Los expertos recalcan la importancia del diagnóstico precoz para frenar la transmisión de la tosferina

La tosferina es una infección respiratoria de carácter bacteriano y altamente contagiosa, que continúa siendo un problema de salud pública. La tosferina presenta unos síntomas a su inicio idénticos al de otras infecciones respiratorias leves, siendo su primera fase o fase catarral la de mayor probabilidad de contagio de la enfermedad. Sin embargo, su diagnóstico no suele realizarse pasadas hasta dos o tres semanas, cuando la tos progresa y puede venir acompañada de un estridor inspiratorio característico.

La importancia del acceso a pruebas diagnósticas de confirmación de la tosferina optimiza su diagnóstico, permite un adecuado aislamiento de los casos durante el periodo en el que existe un mayor contagio e implementar en el paciente un tratamiento antibiótico precoz y la detección de los contactos estrechos susceptibles de recibir tratamiento, interrumpiendo de esta manera la cadena de trasmisión.

A pesar de las altas tasas de cobertura vacunal existentes en países desarrollados, el último estudio presentado por la Asociación Española de Pediatría indica que la mayoría de los casos (concretamente el 84 %) se presentan en niños de mayor edad de madres que no habían sido vacunadas durante el embarazo. "La madre no habría sido vacunada durante el embarazo, ya que la vacunación en la embarazada no estaba instaurada ni recomendada en España", comenta el doctor Pablo Justich, pediatra especialista del hospital HLA La Vega.

Estos pacientes serán atendidos, en su mayoría, por sus pediatras de Atención Primaria, especialmente en las fases iniciales de la enfermedad. "Es imprescindible que desde Atención Primaria se disponga de los medios necesarios para su diagnóstico precoz y así evitar la derivación del paciente al ámbito hospitalario, además de impedir que se retrase o se dificulte el diagnóstico".

La presencia de los síntomas de la tosferina varía con la edad y con los antecedentes de vacunación. En los adolescentes y adultos, para pacientes que habitualmente se encuentran total o parcialmente vacunados, la enfermedad puede ser leve y no identificarse como tosferina. Sin embargo, en los lactantes menores de seis meses, con cobertura vacunal ausente o parcial, existe un mayor riesgo de complicaciones e incluso riesgo de mortalidad.

Los episodios con crisis de tos aumentan tanto en frecuencia como en gravedad de cuatro a ocho semanas para posteriormente ir cediendo en la fase de convalecencia, pudiendo persistir de dos a cuatro semanas más.

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