Según advierten los expertos, el humo del tabaco irrita la mucosa de las vías respiratorias, tanto altas como bajas, lo que agrava el proceso inflamatorio que ya de por sí se produce con la alergia al polen.
La alergia al polen tiene su origen en una respuesta inmunológica exagerada del organismo frente a este alérgeno, que da lugar a reacciones como la conjuntivitis, el picor nasal, la tos o el malestar general.
Sin embargo, no todas las personas alérgicas manifiestan los síntomas con la misma intensidad. En este sentido el Dr. Pedro Ojeda, director de la Clínica Ojeda de Asma y Alergia, afirma que en las personas que fuman la alergia llega acompañada de más complicaciones que en las personas que se mantienen alejadas de este hábito.
Según destaca el experto, el tabaco "favorece un mayor tiempo de contacto de los alérgenos que quedan retenidos en el moco con la mucosa nasal y bronquial y esa mayor retención de moco aumentará la sensación de congestión y puede, en algunas ocasiones, complicarse con sobreinfecciones, siendo causa de sinusitis o bronquitis".
Por otro lado, el Dr. Ojeda advierte de el perjuicio del tabaco también afecta a los fumadores pasivos, pudiendo existir también una mayor resistencia al tratamiento con antihistamínicos ya que "la inhalación pasiva de humo de tabaco tendrá los mismos efectos sobre las vías respiratorias".