La leche y los productos lácteos son alimentos que contribuyen a llevar una dieta equilibrada. Los lácteos y sus derivados se consideran fuente de calcio puesto que contienen como mínimo un 15% de la cantidad diaria recomendada. Por ello, los lácteos contribuyen a cubrir parte de las altas demandas de calcio de los ancianos.
Según la Dra. Manuela Juárez Iglesias, profesora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, "el número de raciones recomendadas, en el caso de los ancianos será de tres a cuatro raciones diarias de lácteos. En principio, y si no existe sobrepeso o dislipemia es recomendable que se tomen lácteos sin desnatar o enteros".
En el caso de baja tolerancia a la leche por la presencia de lactosa, la amplia variedad de productos lácteos permite otras alternativas, como por ejemplo el queso, el yogur y otras leches fermentadas, que son mejor tolerados en estos casos. Otros productos como los batidos o los helados pueden utilizarse como alternativa. El consumo de batidos de leche o yogur ofrece una opción saludable al combinarse con fruta", señala Juárez.
El calcio, más allá de sus propiedades asociadas al mantenimiento de la masa ósea, se ha observado que contribuye al funcionamiento normal de la musculatura y la neurotransmisión. Además, está implicado en la función normal de las encimas digestivas, es necesario en la función cardiaca, participa el mecanismo de la coagulación normal de la sangre y está implicado en el metabolismo energético.
Según indica la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la población anciana es uno de los grupos de mayor riesgo de problemas nutricionales, tanto por el propio proceso de envejecimiento, que produce una menor capacidad de regulación de la ingesta de alimentos, como por otros factores asociados como cambios físicos, psíquicos, sociales y económicos. Además, la coexistencia de patologías muy prevalentes en este grupo poblacional, como la depresión y las alteraciones cognitivas, pueden determinar serios cambios en la ingesta dietética, conllevando un riesgo de alteraciones nutricionales importantes.