¡Me han detectado un cáncer!, ¿qué hago?

Conocer los efectos, saber qué y cuándo preguntarle al médico y cómo transmitir sus sensaciones, pedir más investigación o conocer en qué momento es pertinente su capacidad de decidir son algunas de las cuestiones a valorar
El director científico de Onkologikoa de Gipuzkoa, Ander Urrutikoetxea, asume que "la próxima gran revolución en la medicina llegará de manos del liderazgo del paciente"
La oncología de precisión aumenta la efectividad de los fármacos, reduce molestias y efectos secundarios y ofrece nuevas opciones no consideradas anteriormente
El paciente tiene que aprender a convertir el miedo en afrontamiento activo. Es común que uno tenga la sensación de que el cáncer detectado es culpa suya. Esa sensación, además de no ser cierta, afecta a los resultados del tratamiento

"Me han detectado un cáncer, ¿qué hago?" La pregunta retumba en la cabeza del paciente oncológico al minuto de ser diagnosticado. Y más allá de ese dilema vital que se le presenta al paciente, la oncología de precisión ahonda en una respuesta ‘científica' a esa cuestión trascendente. "Tanto en la medicina general como en la oncología", puntualiza Ander Urrutikoetxea, director científico de Onkologikoa de Gipuzkoa, "ha de hacerse hincapié en el papel interactivo del paciente. La próxima gran revolución en la medicina se producirá en ese campo, en la interacción del paciente con el equipo sanitario".

El experto, que participa en el proyecto divulgativo Encuentros con la Salud alrededor de la oncología de precisión y la medicina personalizada, expone una suerte de manual de instrucciones para usuarios donde cobra fuerza "la oncología personalizada, tanto para los profesionales como para los pacientes. No en vano, aumenta la efectividad de los fármacos, reduce molestias y efectos secundarios y ofrece nuevas opciones no consideradas anteriormente".

¿Qué puede hacer el paciente? A esa pregunta busca respuesta el especialista, en una guía que primero potencia la prevención, como es lógico. "Dejar de fumar es el primero paso, eso es evidente y la acción más rotunda y eficaz. Pero hay otros factores de riesgo que pueden reducirse con determinados hábitos y estilos de vida. Así, el control de la dieta equilibrada, la práctica de ejercicio físico, evitar la obesidad, tener hijos a edades más tempranas o dar pecho a los lactantes son algunos de los factores preventivos, sin olvidar que la prevención del cáncer es un asunto complicado por causas inherentes al origen de la enfermedad. Ha de quedar claro que la reducción de los factores de riesgo no evitan la aparición del cáncer, aunque en alguna medida reducen su prevalencia".

Una vez diagnosticado, el primer paso que vislumbra Ander Urrutikoetxea es "aprender a convertir el miedo en afrontamiento activo. Es común que uno tenga la sensación de que el cáncer detectado es culpa suya. Esa sensación, además de no ser cierta, afecta a los resultados del tratamiento.El estado de ánimo, por ejemplo, contribuye a la reducción de los efectos secundarios físicos, a una mejor tolerancia al tratamiento y a otras cuestiones como la disposición al trabajo o la interacción y la integración social entre otros".

Más allá de la actitud anímica, el experto entiende que hay una serie de cuestiones en las que el paciente juega "un papel crucial". "Esa actitud proactiva se traduce, por ejemplo, en que el paciente tiene que saber qué pedirle al médico y cómo transmitirle sus necesidades particulares, sensaciones, miedos…. Una de las preguntas que más se agradece desde la silla del oncólogo es ¿Puedo hacer algo para ayudar? Sería conveniente que el paciente cuáles son los objetivos concretos de su tratamiento, los resultados esperados etc. Que, por ejemplo, conozca  los efectos de la inmunoterapia, tan en boga hoy en día, o que sepa bien qué es un ensayo clínico y que, a partir de ese conocimiento, pida investigación a su centro de referencia. Un paciente informado controla los miedos".

A este catálogo de consejos se suma, subraya el director científico de Onkologikoa, "el conocimiento sobre qué preguntarle al equipo médico o en qué momento es más relevante participar en un proceso de decisión. Todas estas cuestiones ahondan en la oncología de precisión, donde es necesario poder medir y evaluar de manera más objetiva qué ocurre en un tumor, cómo responde a un tratamiento e incluso ir más allá, anticiparnos a su respuesta para poder adecuar los tratamientos a la realidad molecular de cada tumor. Estamos en la era de la oncología de precisión, en la que los tratamientos son cada vez más selectivos, cada vez más hechos a medida, en respuesta a la enorme heterogeneidad de los tumores y la ingente complejidad del cáncer pero, sobre todo, en respuesta a las necesidades particulares de cada paciente". 

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