El Dr. José López Castro, médico internista de SOGAMI y que ejerce en el hospital de Monforte de Lemos, ha publicado recientemente junto a un grupo de médicos un revelador artículo en el que se extrajeron una serie de conclusiones a partir del estudio de una cohorte de 35 pacientes.
En general se sabe que el SARS-CoV-2 tiende a producir trombosis, especialmente en pacientes de edad avanzada. "La conclusión es que los pacientes de COVID-19, cuanto más graves están, más se elevan los marcadores del factor Von Willebrand y anticoagulante lúpico. Por tanto, estos marcadores son de pronóstico de mala evolución de la enfermedad", explica el doctor.
Tal como se expone en el artículo, en la pequeña serie de 35 pacientes hospitalizados con neumonía grave por SARS-CoV-2 (20 varones, 51,7%) en el hospital de Monforte de Lemos y con una edad media de 76,7 años (±12,8) se determinaron en 17 de ellos al ingreso y de forma aleatoria los niveles de actividad de factor de von Willebrand (vWF), siendo en el 100% de los casos superior a 200%. Además, se determinaron los niveles de anticoagulante lúpico (LA) siendo los valores medios de los pacientes que precisaron ventilación mecánica no invasiva (NIMV) 1,41 ± 0,32 estadísticamente superiores, frente a 1,1 ± 0,07 de los que sólo precisaron oxigenoterapia convencional. En 8 casos los valores de LA fueron superiores a 1,1 UI y 4 de estos pacientes precisaron ventilación mecánica no invasiva (NIMV). Ningún paciente con LA inferior a 1,1 requirió de NIMV.
De estos datos se desprende que además del factor Von Willebrand y otras moléculas tales como fibrinógeno o trombina, el anticoagulante lúpico LA y la beta 2 glicoproteína (B2Gp) juegan un papel trascendental en la trombogénesis del SARS-CoV-2.
La otra consecuencia que se extrae es que los niveles elevados de anticoagulante lúpico están directamente relacionados con mayor riesgo de complicaciones protrombóticas, progresión a ventilación mecánica y una mala evolución clínica. Ambos parámetros combinados serían una herramienta predictiva muy útil tanto para evaluar riesgo de ingreso hospitalario como para valorar qué pacientes podrán ser tributarios de ventilación mecánica o incluso el riesgo de mortalidad.
La tercera consecuencia del estudio de estos parámetros es que podrían ser útiles para determinar cuáles de los pacientes que se recuperan de la fase clínica aguda de la enfermedad presentarán daño endotelial (capa que separa los tejidos de la sangre) crónico o permanente.