La doctora Beatriz Pombo, médica internista perteneciente a la Sociedade Galega de Medicina Interna y especialista en enfermedad tromboembólica del hospital Lucus Augusti, nos habla del estado de las investigaciones de la relación entre trombosis y COVID-19.
"Sabemos que este virus activa una tormenta de células y sustancias inflamatorias en nuestro organismo produciéndose un fenómeno llamado "inmunotrombosis", dando lugar a trombosis tanto arterial como venosa. Esto ocurre sobre todo en la microcirculación y por eso decimos que esta enfermedad no sólo afecta al pulmón, sino que es multisistémica. Puede ocasionar trombos en las arterias, dando lugar a ictus, infartos o problemas en otras arterias de nuestro cuerpo, como trombos en las venas de las piernas o embolias de pulmón. La incidencia de este fenómeno aumenta con la gravedad de la enfermedad, por eso es tan variable, entre un 3-6% de las hospitalizaciones por COVID-19, y en el caso de los pacientes ingresados en unidades de cuidados intensivos, hasta un 40%", cuenta la doctora Pombo.
Vacunas actuales y trombosis
Con respecto a la relación entre la aplicación de las vacunas y la aparición de casos de trombosis, al hilo de la reciente recomendación de la Agencia Europea del Medicamento (EMA) de administrar una tercera dosis a ciertos colectivos vulnerables (población de residencias de ancianos, mayores de 70, inmunodeprimidos y personas con síndrome de Down mayores de 40 años), la doctora Pombo afirma que "se observó en casos muy esporádicos que, personas jóvenes, principalmente mujeres menores de 60 años que habían recibido vacunas de adenovirus, sin antecedentes de interés, presentaban trombosis graves localizadas en venas cerebrales y abdominales, mayoritariamente asociadas al descenso plaquetario y con hemorragias que, en muchos casos, llevaron a la muerte.
Este efecto secundario es tan poco frecuente que no había sido descrito en los estudios de seguridad para aprobar el uso del fármaco durante los ensayos clínicos y sólo al utilizarlo a gran escala se encontró la asociación. Ahora sabemos que la vacuna, en sujetos con predisposición a ello, ocasiona una producción de anticuerpos que activa de forma exagerada la coagulación, combinando trombosis y hemorragias de gravedad. Por suerte, es muy inusual, se puede reconocer a tiempo y tiene tratamiento específico, consiguiendo así reducir su letalidad. Por todo ello, desde las agencias reguladoras, siguieron aconsejando el uso de estas vacunas porque en la situación de pandemia en la que nos encontrábamos los beneficios son superiores a los riesgos".
Futuro del manejo de la trombosis asociado a la COVID-19
"En estos momentos somos optimistas, los índices de contagio se han reducido mucho y la población vacunada supone casi el 90% de la población diana. Esto no quiere decir que la batalla esté vencida. Precisamos conocer si nuevas mutaciones estarán cubiertas por las vacunas administradas, cuál es el mejor tratamiento antiviral y antiinflamatorio en pacientes graves y cuál es la dosis más adecuada de tromboprofilaxis con heparina, a quién aplicarla y si se podría combinar con el uso de otros fármacos antitrombóticos como antiagregantes. Por todo ello esta enfermedad sigue siendo un reto para los clínicos a día de hoy", concluye la doctora Pombo.