Según un informe de la APA (American Psychological Association), el 88% de las personas no logra hacer realidad sus propósitos al no contar con planes de acción a largo plazo. "Si no cumplimos nuestros propósitos es porque no hemos realizado una definición clara de cuáles son, porque esperamos hacer más de lo que podemos asumir y porque no hemos diseñado un plan específico de acciones con conductas definidas y constantes en el tiempo para lograr dichos objetivos", afirma la psicóloga de Blua de Sanitas, Gabriela Gómez.
"Desde el principio, nuestro planteamiento está equivocado", asegura Gabriela Gómez. "Nuestro primer error recae en plantearnos cambiar de un año a otro". Lo adecuado para ser mucho más efectivos es hacer una revisión de nuestras metas cada cierto tiempo y, si es necesario, modificar nuestros objetivos iniciales. En este sentido es importante realizar un recuento trimestral de nuestros avances.
La experta de Blua aconseja elegir como máximo tres propósitos y realizar una monitorización constante de las acciones llevadas a cabo para conseguirlos. "Visualizarnos cumpliendo los objetivos que nos hemos marcado fortalece la motivación y el autocompromiso para llevarlos a cabo. De no hacerlo, de no ver a futuro los beneficios, es más probable que perdamos rápidamente la motivación para conseguirlos".
Redefine tus objetivos
Si crees que la formulación de tus propósitos no es la correcta, redefínelos teniendo en cuenta el método SMART, creado por el psicólogo Anthony P. Raia en 1965 y que consiste en definir de forma "inteligente" los objetivos. Ten en cuenta que si estás motivado, las probabilidades de éxito se incrementan.
Por ejemplo, si nuestro objetivo es bajar de peso debemos seguir los siguientes pasos:
- S de specific (específico). Nuestros objetivos deben ser específicos, de este modo, en vez de establecer "bajar de peso", deberíamos especificar "perder 6 kilos de peso".
- M de measurable (medible). Nuestros objetivos deben ser medibles o cuantificables para ir haciendo una valoración en el tiempo y saber si estamos avanzando. Por ejemplo: perder medio kilo al mes.
- A de agreed upon (pactado). Debe ser un objetivo alcanzable y pactado con uno mismo. Para evitar un exceso de ambición, debemos tener la sensación de lograr resultados concretos en el corto y mediano plazo. Por ejemplo: si queremos iniciarnos en el running, no nos pondremos como meta correr todos los días, si no que yendo dos o tres veces a la semana. Regularmente y en función de los resultados que consigamos podremos incrementar el ritmo.
- R de realistic (realista). Lo más importante es ser realista con nuestros propósitos. En ocasiones, la rigidez y la falta de flexibilidad puede conducirnos a la obsesión y derivar en estrés. Si comenzamos a ir al gimnasio, además de plantear ir dos o tres veces por semana, el gimnasio no debe de estar muy lejos de casa o del trabajo, ya que dificulta la continuación del plan trazado.
- T de trackable and time-linked (limitado en el tiempo). Debemos definir un tiempo específico para tener los primeros resultados en el corto plazo y por su puesto definir una fecha en concreto para haberlo alcanzado en su totalidad. Si vamos al ejemplo de la pérdida de peso, debo definir en la fecha para la cual he debido perder esos 6 kilos.
Debemos ser flexibles y regular nuestro nivel de autoexigencia ya que, a lo largo del camino, encontraremos distintos obstáculos y tendremos días en los que nos sintamos menos motivados. Si esto ocurre, debemos entender que forma parte del proceso y que al día siguiente podemos retomar las acciones que nos conduzcan al éxito.
"Si no somos capaces de lograr nuestras metas y creemos que debemos cambiar algo pero no sabemos el qué, liberémonos del estrés y solicitemos ayuda a un profesional que nos sepa asesorar. Un psicólogo puede ayudarnos a superar los bloqueos y obstáculos que se puedan presentar durante el camino", expone Gabriela Gómez.