Con la subida de las temperaturas propias del verano las jornadas en playas y piscinas son habituales. Si bien poco a poco nos hemos concienciado de la necesidad de utilizar un protector solar, en ocasiones olvidamos la importancia de proteger también nuestros ojos. En este sentido el uso de gafas de sol es imprescindible, pero, ¿qué ocurre cuando nos bañamos?
Como afirma la Dra. Amparo Carrero, especialista en Oftalmología del Hospital Vithas Nuestra Señora de América, "en la piscina es fundamental el uso de gafas de buceo porque el agua tiene mucho cloro y puede, incluso, tener hongos y bacterias. Además, debido a que la superficie del agua refleja mucho el sol, también es recomendable, en caso de que no vayamos a sumergirnos, el uso de gafas de sol".
En el caso del mar, en general afecta en menor medida a los ojos, aunque dependerá de la calidad y limpieza del agua. También, como señala la especialista, se recomienda tener especial precaución a la hora de aplicar el protector solar para que no nos entre en los ojos, puesto que resulta muy irritante.
Una patología bastante frecuente durante los meses de verano es la conjuntivitis irritativa química: "si no protegemos los ojos durante el baño en la piscina se puede producir esta afección debido a los productos químicos que se utilizan para desinfectar el agua". Los síntomas principales son la sensación de irritación, escozor, picor y es fundamental, como apunta la Dra. Carrero, no automedicarse y acudir a la consulta del oftalmólogo para que pueda valorar las necesidades del paciente. Habitualmente el tratamiento consiste en aplicar antiinflamatorios y lubricación, pero en ocasiones, si se ha producido algún tipo de úlcera corneal o queratitis, serán necesarios antibióticos para evitar que se infecte.
Protección ocular en pacientes usuarios de gafas y lentillas
Como advierte la Dra. Carrero, "es fundamental no usar lentillas en piscinas y playa ya que, de por sí, son un cuerpo extraño en el ojo y si a ello se suman los microrganismos, bacterias y hongos que puede haber en el agua se forma un caldo de cultivo de posibles infecciones".
En el caso de necesitar gafas, el consejo de la especialista es utilizar lentes de sol graduadas. Nos recuerda que también existe la posibilidad de graduar las gafas de natación.
Las gafas de sol, sean o no graduadas, han de ser homologadas y contar con un filtro solar adecuado que impida el paso del 95-100% de las radiaciones ultravioletas para proteger los ojos durante la exposición solar: "está demostrado que si no utilizamos algún tipo de protección ocular se pueden producir daños en los ojos y se favorece la aparición de determinadas enfermedades como cataratas, degeneración macular o tumores".
En el caso de los niños, también pueden llevar gafas de sol, especialmente si son fotosensibles o tienen los ojos muy claros.