La Navidad supone un periodo emocionalmente delicado para quienes, por problemas de salud, deben afrontar las fiestas ingresados en alguna clínica u hospital. Con el fin de intentar mejorar el estado anímico de quienes lo están pasando mal, en estas fechas se suceden numerosos actos solidarios y visitas a hospitales. No obstante, también se dan iniciativas terapéuticas donde es el propio paciente el que se involucra en la actividad. Una de ellas es la musicoterapia, dirigida por la enfermera y especialista Olga Sánchez. Pese a no emplearse únicamente en Navidades (ya que también es utilizada otros meses del año), sí que es en estas fechas cuando se intensifican las sesiones en diferentes hospitales, como en las clínicas de IMQ, Zorrotzaurre y Virgen Blanca.
La musicoterapia funciona con elementos propios de la música pero es un mecanismo para trazar una relación de igual a igual entre terapeuta y paciente. No se trata tanto de escuchar como de crear algo de manera conjunta, ya sea un simple sonido o una melodía sencilla. Y Olga Sánchez añade, "nos hemos encontrado de todo, desde gente con estudios de música o que formaban parte de un coro, a pacientes cuya primera relación con la música se generaba aquí, en una sala de hospital".
Sánchez defiende los beneficios de una actividad que logra la interacción del paciente a través de un canal tan emocional y expresivo como es la música. Se trata de un lenguaje innato, "una forma de comunicarse en la que no resulta necesario saber tocar un instrumento o tener nociones musicales. Se trata de fluir a través de la música para crear un espacio emocional en el que compartir lo que guardamos dentro, muy dentro." Además, subraya la importancia de la improvisación en sus sesiones, a las que procura ir acompañada por gente nueva cada vez. "Genera un soplo de aire fresco y, por otra parte, la oportunidad de poder participar a otras personas".
Y resulta un éxito entre los pacientes y el personal médico para los que Olga Sánchez solo tiene palabras de agradecimiento por su total involucración y energía positiva. Prueba de ello es su paso por distintas clínicas y hospitales (IMQ Zorrotzaurre, IMQ Virgen Blanca…), los diferentes módulos (Hemodiálisis, Hospital de Día de Oncología, e incluso en la Unidad de Cuidados Intensivos-UCI) y franjas de edad (se han realizado sesiones con neonatos, pacientes pediátricos y adultos).
Muchas veces, por culpa de las situaciones en las que se encuentran los pacientes, estos rehúyen la expresión de sus emociones. "No resulta fácil hacer que se suelten pero al necesitar de su colaboración más sincera para llevar a cabo la sesión, al final de la misma suelen aflorar esas emociones en un contexto de marco familiar, creado a través de la música. Y en estas fechas tan señaladas, las emociones se intensifican".
Esta iniciativa resulta muy gratificante para los pacientes, ya que otra parte vital de su trabajo se centra en el análisis de las sesiones y su evaluación posterior "y es ahí donde se nota el feedback positivo que recibimos de lo que hacemos. Elaboramos un informe estructurado en tres partes. Una primera evaluación fisiológica en la que se anotan datos como la edad o el motivo de ingreso, otro apartado musical en el que se tienen en cuenta los instrumentos utilizados para la sesión y la fluidez de la misma, y por último, uno totalmente emocional en el que se apuntan cuestiones más personales junto con los testimonios de los propios pacientes y su opinión sobre la terapia".
Esta experiencia, llevada a cabo en varios servicios de las clínicas IMQ, se distancia de las actividades musicales tradicionales en su capacidad de adaptarse a cada paciente, pues las sesiones están diseñadas de manera personalizada y son únicas ya que la participación del propio paciente es una condición indispensable, "nacen de la observación y la comunicación entre el paciente y nosotros", señala.
"Antes de entrar a una habitación o sala de hospital, no sabemos lo que vamos a encontrarnos ahí dentro. No conocemos el estado anímico de los pacientes, si van a tener ganas de cantar o charlar, o si simplemente prefieren estar solos. Por lo que cada vez que cruzamos el umbral de la puerta se genera una situación diferente y única que debemos interpretar para saber las necesidades del paciente y sus familiares. Procuramos hacer que se relajen y que se centren únicamente en lo que les hace sentirse bien", declara la enfermera y musicoterapeuta.
Y es que no se trata tanto de brindar un espectáculo musical al paciente, como de involucrarlo en la creación de sonidos y música. Para ello, apunta Olga Sánchez, utilizan desde instrumentos ‘de toda la vida' hasta otros más peculiares como el Tambor-Tormenta (que recrea el sonido de estos fenómenos meteorológicos) o el ‘Ocean Drum'.