Situaciones de estrés como la actual pueden ser precipitantes de crisis y agravamiento de los cuadros clínicos

Mucho se ha hablado, desde que el pasado 14 de marzo el Gobierno de España decretase el estado de alarma y el confinamiento de la población para hacer frente a la pandemia de coronavirus, de cómo puede afectar este encierro obligado a la salud mental de la población española. Sin embargo, apenas se ha hecho hincapié en cómo este confinamiento puede llegar a repercutir en quienes ya tienen diagnosticado un problema de salud mental de base.

"Como ocurre en cualquier otra enfermedad, el confinamiento puede derivar en diferentes problemas para la salud. Por ejemplo, si tienes hipertensión, diabetes u obesidad y no puedes salir a hacer ejercicio físico, el riesgo de tener una crisis es mayor. En el caso de tener una enfermedad mental pasa lo mismo y has de prestar más cuidado y dedicar más tiempo a mantener esos hábitos o estrategias que te ayudan a mantenerte bien", explica Ana Carolina Martínez, psicóloga y coordinadora del Centro de rehabilitación psicosocial de Arturo Soria de Madrid, perteneciente a la Red pública de atención social a personas con enfermedad grave de la comunidad de Madrid, gestionado por la Línea de Rehabilitación Psicosocial (LRHP) de Hermanas Hospitalarias.

La psicóloga de la LRPH asegura que el efecto que puede acarrear el encierro, independientemente del diagnóstico, "va a depender de las estrategias de afrontamiento que tenga cada persona". También que, desde su experiencia, lo que están viendo es que la mayor parte de los usuarios, aun aquellos con patologías graves, "se están adaptando sin problemas a la situación, mostrando emociones comunes al total de la población y sin mayor relevancia".

Sin embargo, Martínez reconoce que, en cualquier caso, las situaciones de estrés como la que estamos viviendo en la actualidad, que unen al encierro la incertidumbre y la preocupación por la salud, "pueden ser precipitantes de crisis y agravamiento de los cuadros clínicos, más aún en esta situación de indefensión y pérdida de control como la que nos encontramos".

Dentro de los diagnósticos que podrían verse más afectados por la situación excepcional que vivimos, la psicóloga señala a los trastornos del estado de ánimo como la depresión: "En este caso la disminución de actividad y el aislamiento social, unido a la situación de emergencia sanitaria provocan una pérdida de actividades reforzantes, a la que se le suman sentimientos de miedo, incertidumbre y/o soledad".

También las personas con sintomatología obsesiva relacionada con el temor a contraer enfermedades, ya que la exposición excesiva a información, unido a la pérdida de control sobre lo que sucede, "aumentaría rituales y angustia en personas con trastorno obsesivo compulsivo". Por último, Ana Carolina Martínez señala a las personas con trastorno de ansiedad, de conducta o de sueño.

Reducir el impacto tras el cierre de los recursos diurnos

Como explica María Acosta, la Clínica San Miguel de Hermanas Hospitalarias, que cuenta con 90 camas dedicadas a la hospitalización de personas con trastorno mental, mantiene su actividad en mitad de esta crisis. "Lo recomendable, en la medida de lo posible, es mantener con los usuarios todas aquellas rutinas que se puedan mantener", afirma antes de matizar que en estos días la prioridad es "seguir las recomendaciones" del Ministerio de Sanidad, lo que ha llevado a la supresión de algunas rutinas (como las actividades exteriores), la reducción del número de participantes en actividades grupales o la instauración de varios turnos de comedor.

Los que sí han cerrado sus puertas ante la situación de crisis epidemiológica son los recursos de atención diurnos (centros de rehabilitación psicosocial, centros de día, centros de rehabilitación laboral, residencias, pisos de apoyo y supervisados, y plazas en pensiones) de la Red pública de atención social a personas con enfermedad mental grave, gestionados por la LRHP de Hermanas Hospitalarias. Estos centros continúan prestando un nivel alto de atención y apoyo profesional no presencial salvo en aquellos casos en los que la presencia de una experto de la LRHP se ha visto como "imprescindible" para el bienestar de algún usuario.

"El objetivo principal y el reto que tenemos desde los dispositivos diurnos en este tiempo es reducir el impacto de la crisis en las personas que atendemos. Para ello hemos habilitado una serie de recursos telemáticos para llegar a todas las personas", asegura Acosta, que explica que el confinamiento puede hacer perder a las personas el orden diario que mantienen día a día gracias a las ocupaciones brindadas en estos centros: "El no tener acceso a esas ocupaciones significativas e importantes para cada uno puede derivar en problemas de salud".

Afirma la terapeuta ocupacional que los expertos de la LRHP escuchan de forma telemática la preocupaciones de cada usuario y les animan y ayudan a organizar la rutina de cada día, "haciendo hincapié en la importancia de, pese a no sentirnos con el mejor estado de ánimo posible, mantener las actividades esenciales". También se ofrecen recomendaciones para mantener las medidas de protección, informarse de manera adecuada sin caer en la sobreinformación, hablar de cómo se sienten y sus preocupaciones y contactar con su red social y familiar. 

María Acosta, por último, recuerda que más allá del diagnóstico el contexto de la persona "es crucial" para su problema de salud mental se agrave o se contenga, ya que no es lo mismo estar confinado en un espacio amplio, con una familia o personas de apoyo, que en un espacio reducido, con poco acceso al exterior, sin apoyos o en una convivencia conflictiva. En ese sentido, considera que "es importante" prestar especial atención a aquellas familias con alta conflictividad "para dotar de herramientas que ayuden a mejorar la convivencia y evitar así situaciones de riesgo".

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