"La alopecia no provoca una alteración en la salud física del paciente pero sí lo hace en la salud psíquica, que es muy importante", explica el doctor Víctor Salagaray, especialista y pionero en la investigación y el tratamiento de los problemas del cabello, ante el Día Mundial de la Salud Mental, que se celebra mañana viernes, 10 de octubre.
El responsable de Clínica Salagaray añade que "un 35% de las mujeres que operamos, que seguían un tratamiento contra la depresión, lo abandonan tras el implante capilar porque su problema venía de un trastorno obsesivo-compulsivo. La recuperación de la seguridad, de la autoestima y de una vida normal juegan un papel básico en la superación de la enfermedad, y la estética es clave en este proceso".
Ahora mismo, a los 50 años de edad, el 50% de los hombres y el 50% de las mujeres sufren algún grado de alopecia en España. Además, está apareciendo a edades cada vez más tempranas y está aumentando mucho el número de personas que la padecen por debajo de los 30 años, incluso antes de los 20.
La demanda de implantes capilares se ha triplicado en España desde 2010. Este incremento ha sido especialmente importante en el caso de las mujeres. Hace apenas tres años, el 70% de los pacientes eran hombres. En 2014 prácticamente recurren a esta técnica la mitad de hombres y de mujeres.
Hay un componente psicológico muy importante. El doctor Víctor Salagaray, que ha realizado más de 4.000 operaciones de microinjerto, asegura que "la alopecia tiene un fuerte impacto emocional, entre los hombres y, sobre todo, entre las mujeres. Muchas veces se traduce en pérdida de la autoestima y de confianza, que a veces generan problemas depresivos y de ansiedad. De hecho, el 30% de las mujeres españolas con problemas capilares sufren depresiones", añade Salagaray, quien recuerda que ya en 2003, la OMS alertó de que en 2030 la depresión sería el principal problema de salud, por delante del cáncer, la diabetes o los problemas cardiovasculares.
El doctor Salagaray apunta entre las causas de este incremento femenino en los tratamientos capilares a dos motivos: por un lado, es un problema estético que preocupa cada vez más a las mujeres. Por otro, la incidencia de enfermedades que provocan alopecias se ha disparado totalmente, igual que crece mucho la alopecia común o androgenética, que es la más frecuente. A esto se suma el estrés laboral, que ha aumentado con la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo.
Diferentes soluciones
"Hoy en día, todos los problemas del cabello tienen solución. Lo recomendable es acudir a un experto cualificado cuando se aprecie una caída del pelo exagerada y si falta cabello en alguna zona. Especialmente, si en la familia existen antecedentes de problemas capilares", explica Víctor Salagaray.
El primer paso fundamental es realizar un buen diagnóstico para definir el problema. "En la Clínica Salagaray trabajamos con endocrinos, ginecólogos y dermatólogos, entre otros especialistas, que nos ayudan a lograr un diagnóstico certero de manera que, si el paciente tiene que someterse a una cirugía, lo haga en las mejores condiciones, pero teniendo en cuenta qué enfermedad ha provocado esa alopecia y las soluciones más sencillas", indica Salagaray.
A partir de ahí, empiezan con un tratamiento conservador y buscan las mejores fórmulas para solucionar las secuelas que ha causado la enfermedad. Así, manejan el abanico completo de posibilidades. Siempre establecen una serie de escalones con el paciente, empezando por un tratamiento suave y natural; si no es suficiente, pasan a un tratamiento farmacológico, de ahí a la bioestimulación o la cirugía.
Además, con el diagnóstico adecuado, un enfermo que sabe de antemano que va a perder el cabello a causa de alguna patología puede paliar los efectos a través de:
- Hábitos dietéticos e higiénicos que favorecen la salud del cuero cabelludo y estimulan el crecimiento.
- Uso de cosmética específica para cuidar la piel dañada y disimular las secuelas.
- Antes de sufrir la pérdida, se puede realizar un estudio sobre su imagen para elegir las prótesis temporales adecuadas, no solo para la cabeza sino también para las cejas, una zona que influye mucho en el aspecto del paciente pero que pocas veces se trata.