Según estudios epidemiológicos realizados en Estados Unidos en población general, el 96 % de las personas con trastorno por juego presenta otro trastorno mental, sin incluir en este dato los trastornos de personalidad. Las cifras coinciden con las de un estudio transversal realizado por la Sociedad Española de Patología Dual, según el cual la totalidad de las personas con adicción al juego presenta también otras manifestaciones de alteraciones mentales.
"Por razones genéticas, neurobiológicas y ambientales, un cerebro disfuncional puede expresar diferentes alteraciones emocionales, cognitivas y conductuales, lo que explica que casi todas las personas con trastorno por juego presenten también ansiedad, depresión o TDAH (trastorno por déficit de atención o hiperactividad)", ha afirmado el doctor Néstor Szerman, psiquiatra del Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital Gregorio Marañón de Madrid y presidente de la Fundación Patología Dual, en el marco de su ponencia ‘Juego y patología dual: prevención basada en evidencias', que ha tenido lugar durante la celebración conjunta del 8º Congreso Mundial de la World Association of Dual Disorders (WADD) y del 26º Congreso de la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), que reúne estos días en Mallorca a más de 2000 expertos internacionales vinculados al ámbito de la salud mental.
Según ha explicado el doctor Szerman, esta evidencia ha llevado a la Sociedad Española de Patología Dual a proponer a la comunidad científica la acuñación del término Trastorno por Juego Dual (TJD): "Una de cada dos personas con TJD, por ejemplo, presenta un TDAH completo. Y un porcentaje muy elevado de ellas presenta depresión y ansiedad con una elevada impulsividad, un rasgo visible en el 80 % de los pacientes".
Cambiar el enfoque de las estrategias de prevención
Aunque el Trastorno por Juego de apuestas es un trastorno mental reconocido en todas las clasificaciones internacionales, Néstor Szerman lamenta que muchas veces se siga considerando el Trastorno por Juego Dual como un problema de conducta (incluso por los propios profesionales y autoridades sanitarias), lo que provoca en última instancia que las estrategias de prevención también tengan un gran componente conductual. "Esta visión, que ignora y minimiza los factores biológicos, conduce a propuestas moralistas, como poner barreras entre las personas y el juego, ofertar actividades de vida saludable a los adolescentes, etc.", ha señalado el experto, que considera que el concepto clave para cualquier estrategia de prevención en este sentido debería ser el de vulnerabilidad: "Se deben identificar poblaciones vulnerables de riesgo en base a toda la evidencia científica disponible -por ejemplo, personas con TDAH, familias con alta densidad de trastornos mentales, personas impulsivas o con rasgos psicopáticos de personalidad, etc.- y desarrollar sobre ellos una intensa prevención".
Algo similar ocurre en el caso del abordaje del TJD. "El tratamiento mayoritario, quizás por falta de profesionales formados en patología dual, se ofrece desde el tercer sector (ONGs), donde la perspectiva mayoritaria es el abordaje del TJD como un problema de conducta", ha apuntado Szerman, que considera que la falta de profesionales formados y la ausencia de valoración de los pacientes desde la perspectiva de la patología dual, "produce discriminación y marginalización, incrementa el estigma y la morbimortalidad y refuerza el conocido como síndrome de la puerta equivocada, por el que estos pacientes se ven abocados a una especie de partida de ping-pong, pasando de la red de salud mental a la de adicciones y viceversa sin recibir en ningún momento un tratamiento integral que dé respuesta de forma conjunta a todos sus trastornos mentales".