Una de las últimas estrategias propuestas para manejar la obesidad es la que se centra en combatir el "entorno obesogénico", incorporando a la vida diaria cambios en el transporte, el diseño urbanístico e incluso el marco laboral. El sobrepeso y la obesidad son factores de riesgo decisivos para la salud cardiovascular y se estima que provocan 30.000 muertes al año en España. Por otra parte, el control de la obesidad es un problema complejo que soporta un elevado número de fracasos terapéuticos a largo plazo y constituye uno de los principales retos para los médicos actuales.
Es necesario enfocar los esfuerzos de prevención hacia las primeras etapas de la vida donde se gesta la obesidad. El exceso de peso causa seis veces más muertes que los accidentes de tráfico. Junto con la hipertensión, el tabaquismo, el sedentarismo y la hipercolesterolemia, la obesidad es uno de los principales factores de riesgo para desarrollar enfermedades cardiovasculares. Se deben buscar medidas con mayores probabilidades de éxito para luchar contra la enfermedad y es fundamental mejorar el conocimiento sobre los factores que determinan que una persona desarrolle obesidad independientemente de su herencia genética.
Las medidas de prevención encaminadas a atajar la obesidad en los menores y a combatir esta enfermedad antes de que se presente son la estrategia más inteligente y, debido a la complejidad del problema, más allá de lo estrictamente médico, requiere la implicación de todos los estamentos de la sociedad, incluidos los gobiernos.
La necesidad de modificar el "entorno obesogénico" debe acompañar a las políticas informativas y formativas dirigidas a la población. Hay trabajos de investigación que muestran que la educación de los pacientes, como única medida, se traduce en unos índices poco significativos de reducción del índice de masa corporal. Este "entorno obesogénico" se considera en cierto modo "tóxico" y generador del problema.