La enfermedad de Parkinson es una dolencia neurológica que se manifiesta por rigidez muscular, dificultades para andar, temblor y alteraciones en la coordinación de los movimientos.
Esta enfermedad es muy frecuente. Afecta a dos de cada 1.000 personas e incide con más frecuencia en las personas a partir de los 50 años y de igual forma a hombres y mujeres.
Se trata de un proceso neurológico crónico que tiene como causa la alteración progresiva de la sustancia negra del mesencéfalo (ganglios basales y área extrapiramidal). Estas áreas son zonas nerviosas que controlan y coordinan los movimientos. Además, se produce la disminución de la dopamina cerebral, que es un sustancia neurotransmisora que transmite impulsos de unas células nerviosas a otras.
Como consecuencia de las alteraciones del sistema nervioso, los pacientes presentan rigidez muscular y temblor con dificultad para andar y mala estabilidad y atrofia muscular. Son características la cara de máscara, con falta de expresividad, la lentitud de los movimientos, el temblor de las manos con movimientos de los dedos que semejan contar monedas y la dificultad para realizar movimientos finos, necesarios para escribir y coger los cubiertos para comer. También en la esfera del ánimo existen alteraciones y los enfermos muestran depresión y ansiedad.
La enfermedad de Parkinson no tratada es incapacitante y conduce a una muerte prematura. Los pacientes tratados mejoran claramente de los síntomas, aunque la variabilidad de respuesta a los tratamientos es alta y, por eso, el pronóstico depende de la tolerancia a los tratamientos y de su eficacia en cada caso.