Las características de una rinitis alérgica son: picor de nariz y ojos, importante secreción nasal acuosa, nariz taponada y estornudos frecuentes. Estos síntomas se prolongan en el tiempo, no se acompañan de fiebre ni de malestar general, y se producen en una determinada época del año ‒primavera, otoño‒. Es característico de la rinitis alérgica un comienzo súbito que cede completamente con la administración de antihistamínicos o al impedir el contacto con el alérgeno (ejemplo claro sería aquella persona alérgica a los ácaros que, al limpiar libros o archivos viejos o al sacudir el polvo, comienza a estornudar, etc., y estos síntomas ceden casi completamente al respirar aire limpio).
Un catarro, por el contrario, se presenta con congestión nasal, sin picor, la secreción acuosa de los primeros días pasa a ser moco, dura de tres a diez días, y se suele acompañar de fiebre y de malestar o de dolor de garganta.