El positivo por COVID-19 de la mujer embarazada no justifica anticipar el parto

Si no aparecen otras complicaciones y el bienestar fetal no está comprometido, el embarazo puede seguir su curso normal

La pandemia provocada por coronavirus ha planteado una pregunta muy difícil de contestar: ¿es preciso anticipar el parto el embarazo cuando exista infección por el SARS-CoV-2 en pacientes gestantes? "Debemos tener una actitud conservadora", opina Nicolas Brogly, anestesiólogo del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela.  "La sola infección no representa en sí misma una indicación para anticipar el parto, si la enfermedad no se acompaña de otras complicaciones y si no existe compromiso sobre el bienestar fetal. La decisión siempre tiene que ser consensuada por ginecólogos, anestesiólogos y neonatólogos, para el bien de la madre y del niño".

La cesárea o el parto inducido no disminuyen el riesgo de transmisión del virus al recién nacido y puede abrir la puerta a la aparición de complicaciones en la madre, así como dificultar la lactancia materna, añade Anabel Prieto, ginecóloga del hospital. "La finalización del embarazo no está indicado de rutina en mujeres con síntomas leves de la enfermedad. Sólo en caso de estado grave de la madre sería preciso acabar la gestación por la vía más rápida y esta forma suele ser la cesárea".

En el caso del mencionado hospital se está realizando una atención al parto de gestantes sanas y con infección por COVID-19 totalmente personalizada, especializada y segura, diagnosticando al ingreso la presencia o ausencia del virus por PCR nasofaríngea, lo que permite garantizar los protocolos de seguridad para pacientes y sanitarios, con dos circuitos de asistencia separados tanto en el bloque obstétrico como en el quirúrgico.  "En todos los casos, la paciente estará acompañada de su pareja durante el parto y puerperio, y no separaremos al bebé de su madre, animando, si ella lo desea, a la lactancia materna. Los beneficios de la lactancia son superiores al potencial riesgo de transmisión del virus en la leche materna", concreta Prieto.

Los datos sobre otras epidemias de coronavirus, como las que provocaron el SARS y el MERS, con sus altas tasas de morbi-mortalidad, invitaban a pensar que una finalización anticipada del embarazo podría mejorar el pronóstico de las embarazadas y posiblemente disminuir el riesgo de transmisión materno-fetal. Brogly recuerda que "las primeras series de embarazadas publicadas en la literatura no aconsejaban la continuación del embarazo y reseñaban una alta tasa de partos por cesárea. Además, la mortalidad materna descrita fue particularmente elevada, aunque afectaba a mujeres con neumonías graves por COVID-19". Sin embargo, la alta tasa de complicaciones cuando una cirugía se realizaba durante la fase aguda de la enfermedad COVID-19 obligó a un replanteamiento sobre la finalización urgente del embarazo por el solo hecho de existir infección por el SARS-CoV-2.

La presentación de formas leves de la enfermedad, la actitud expectante y la vigilancia no han perjudicado a las gestantes afectadas, y un número importante de pacientes ya curadas ha podido completar su embarazo sin sufrir ellas ni sus fetos mayores complicaciones.

Dado que las gestantes pertenecen a una población especialmente vulnerable, la detección de casos positivos por coronavirus es una prioridad: "El parto es un momento de especial riesgo de generación de aerosoles y de contaminación del entorno sanitario. La protección de la parturienta, de su acompañante, y también del personal, que a su vez pueden ser vectores de la infección, es un elemento primordial del dispositivo asistencial para garantizar la seguridad de todos. No es únicamente una cuestión de protección individual, sino un problema de salud pública y de protección de toda la población", recuerda Brogly.

El protocolo permite garantizar la seguridad de las futuras madres: una vez sometidas a la preceptiva prueba del coronavirus, si sale positiva, van a poder recibir una atención personalizada y especializada, por un equipo preparado para la enfermedad COVID-19, y van a estar aisladas de manera que protegerán a su familia de un posible contagio. Si la prueba es negativa, la paciente recibirá la atención habitual, pero con la seguridad de que no se cruzará con pacientes potencialmente infectadas y podrá salir del hospital sin riesgo de contraer la enfermedad durante su parto.

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