España, líder mundial en consumo de benzodiacepinas: "el camino más rápido para dar respuesta a un malestar no siempre es el mejor"

Según datos de la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), España es el país del mundo con mayor consumo de benzodiacepinas, un medicamento incluido dentro del grupo de los hipnosedantes que, a menudo, se receta para dormir mejor por su efecto ansiolítico, hipnótico y relajante muscular. Se estima que en 2020 se consumieron en España casi 110 dosis diarias por cada 1.000 habitantes. Sólo Bélgica (84 dosis diarias) y Portugal (80) se acercan a las cifras de España, de las que quedan lejísimos, por ejemplo, países geográficamente cercanos como Alemania (0,04 dosis diarias). Según datos más recientes de la encuesta EDADEs 2022, el 9,7% de la población española había consumido hipnosedantes con o sin receta en los últimos 30 días, mientras que el 7,2% de la población reconoce consumir a diario estos fármacos.

"Vivimos en una sociedad competitiva y estresante en la que debemos sostener rutinas que exigen mantenerse al límite del rendimiento sin angustia y sin claudicaciones. En este contexto, a muchos les cuesta enfrentarse a los problemas cotidianos y recurren a la química para desconectar, mitigar la ansiedad o para dormir. Al fin y al cabo, para evadirse de una realidad cotidiana agobiante", explicó la doctora Mónica Florido, psiquiatra de la Unidad de Salud Mental Canalejas de Las Palmas de Gran Canaria actualmente en excedencia y en ejercicio privado, durante su ponencia Prescripción de benzodiacepinas y responsabilidad médica, enmarcada en la celebración de las III Jornadas de Patología Dual y Adicciones en Canarias, organizadas por la Sociedad Española de Patología Dual (SEPD), el Servicio Canario de Salud y el Gobierno de Canarias, que reunieron la semana pasada en Las Palmas a más de un centenar de psiquiatras, psicólogos y profesionales sanitarios vinculados al ámbito de la salud mental.

Según Florido, esta "medicalización de la vida" ha provocado que muchas circunstancias que no son patológicas, sino situaciones vitales o de la vida cotidiana que son etiquetadas erróneamente como trastornos de ansiedad o insomnio, acaben siendo tratadas con psicofármacos "en vez de recurrir a una intervención no farmacológica como la educación sanitaria o alguna intervención psicológica, lo que supone una práctica errónea y con potencial iatrogénico". En ese sentido, la psiquiatra recordó que las guías clínicas "son claras en este punto" e indican las benzodiacepinas, en salud mental, para el tratamiento sintomático y temporal de los trastornos de ansiedad y el insomnio como trastorno del sueño que acompaña a otro trastorno psiquiátrico como puede ser la depresión.

"Es importante señalar que las benzodiacepinas no deberían ser el tratamiento de primera elección en estos casos, sino un tratamiento alternativo para casos concretos. En cualquier caso, al abordaje de un cuadro clínico y a la prescripción de benzodiacepinas le debe preceder un correcto diagnóstico y su uso, en cualquiera de las situaciones, debería ser a corto plazo", advirtió la experta, que recordó los efectos adversos de estos fármacos, entre ellos la tolerancia, la dependencia a largo plazo y otros efectos debidos a su uso prolongado como los accidentes de tráfico, domésticos o laborales, así como otras alteraciones del comportamiento y la conducta.

Responsabilidad médica: más de la mitad de las prescripciones son realizadas por médicos

Según explicó Mónica Florido, la mayoría de los hipnosedantes consumidos en España son prescritos por médicos, lo que "complica abordar su control, a diferencia de lo que pasa con otras sustancias ilegales". En ese sentido, la psiquiatra destacó la importancia de que los médicos realicen su trabajo "conforme a la responsabilidad que conlleva, tanto profesional como ética".

En relación a la responsabilidad médica, Florido habló de la importancia del consentimiento informado. "Probablemente no estamos informando correctamente a los pacientes, aunque las directrices las tenemos claras, tanto por el conocimiento científico como por los mandatos legales y normas éticas, no siempre ajustamos la práctica clínica", afirmó al respecto, antes de argumentar que la organización del sistema sanitario y la falta de tiempo en las consultas podrían tener mucho que ver en ello: "A veces, la prescripción de una benzodiacepina es el camino más rápido para dar respuesta a un malestar, pero claramente no siempre es el mejor".

Por lo que respecta a la ética profesional, por último, la psiquiatra señaló que seguir las normas éticas implica proteger al paciente de los daños de una medicación, realizar un buen diagnóstico, discutir con él un plan individualizado de tratamiento barajando las alternativas posibles tanto farmacológicas como no farmacológicas y, cuando se prescribe un fármaco, dar toda la información necesaria sobre la duración probable de la indicación, los riesgos y los efectos colaterales, así como verificar que dicha pauta sea la que satisface las necesidades de óptima salud, hacer controles con regularidad y revisar la pauta periódicamente. "A este respecto creo que todas y todos debemos hacer examen de conciencia", concluyó.

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