Expertos en Atención Temprana enfocan el confinamiento por COVID-19 como una oportunidad para el desarrollo de los niños en familia

Los especialistas aconsejan que los padres expliquen a los niños lo que está sucediendo a través de cuentos, pictogramas o dibujos para minimizar la ansiedad
La disposición de tiempo y la ausencia de prisas para llevar a cabo tareas ejecutivas pueden fomentar el desarrollo de la autonomía del niño en la alimentación, vestido e higiene
La convivencia familiar y la posibilidad de una observación continuada harán más fáciles la consecución de hitos como el control de esfínteres y retirada del pañal

La situación de confinamiento derivada de las medidas para la prevención y contención del COVID-19 ha provocado un cambio radical en la vida de todos los españoles, y las familias con niños pequeños han de adaptar esos cambios tanto en las rutinas de los adultos como en la de los más pequeños, con las complicaciones que esto puede generar.

El equipo interdisciplinar del Centro de Atención Infantil Temprana (CAIT) San Juan de Dios de Sevilla está aprovechando estos días para elaborar material digital con el que madres y padres de los usuarios puedan convertir esta situación de aislamiento en una oportunidad para estimular el desarrollo de los niños y el crecimiento familiar gracias al uso del recurso más valioso del que ahora disponen: tiempo.

La coordinadora del centro, Rocío Carrasco, apunta a que es importante empezar por reducir la ansiedad que genera tener que teletrabajar y acompañar a los niños y niñas al mismo tiempo. Para ello, es oportuno mantenerlos cerca, en la misma habitación, pero cada uno en su sitio, de modo que sientan que cada uno debe hacer su tarea o trabajo, dentro de un horario concreto.

Es importante, para ello, que los padres elaboren junto a sus hijos una agenda visual, que según la psicóloga del centro, Lucía Ponce, "es un documento que incluye un horario, pero a base de dibujos. Se divide la jornada en mañana, tarde y noche, con sus respectivos pictogramas de la salida del sol, el atardecer y la luna. En cada una de esas tres secuencias, también con dibujos, se enmarcan las actividades que necesariamente hará el niño, por ejemplo, en la mañana, vestirse, desayunar, hacer tareas escolares cerca de mamá o papá, recoger el pupitre; en la tarde, merendar, jugar con puzles en casa, o piezas de construcción, o juegos de turnos, y ducharse; y en la noche, cenar, leer o escuchar un cuento, y acostarse".

La psicóloga explica que para minimizar la ansiedad de los más pequeños, es necesario explicarles a los niños qué está sucediendo, adaptando el discurso a su nivel de comprensión. Por ello, es necesario recurrir muchas veces a herramientas que faciliten esta labor, como son los dibujos y pictogramas, que pueden hacerlos juntos, o el relato de historias y cuentos que les permitan identificar al virus, entender el contexto y las medidas de protección que se han adoptado para frenar el contagio.

Asi mismo, Rocío Carrasco indica que "se trata de un momento en el que los progenitores deben centrarse en los aspectos más positivos que ofrecen las circunstancias, como pasar más tiempo juntos y fomentar aspectos que son esenciales para el desarrollo de los niños. Hablamos de potenciar la comunicación, que en niños de 2 ó 3 años se traduce en la implementación del desarrollo lingüístico, y en niños de más edad, en la adquisición de habilidades conversacionales".

La logopeda apunta que es un momento perfecto para fomentar la autonomía de los pequeños, tanto a la hora de comer como a la de responsabilizarse de su propia higiene. "A los dos años el niño ha de empezar a coger sus cubiertos solo y a ingerir de manera voluntaria. Para esto necesitamos pocas cosas, más que tiempo, que es lo que ahora tenemos. Tampoco tenemos prisa para salir al colegio por la mañana, por lo que podemos hacer que se vistan y laven las manos o se duchen solos, dependiendo de la edad, y esperar el tiempo que eso requiera, sin estrés, sin agobio", añade.

El confinamiento como oportunidad para alcanzar hitos como la retirada del pañal

"Los padres tienen que ver en este confinamiento, una oportunidad para desarrollar hitos, que de otra manera, serían muy difíciles y supondrían mucho más estrés", explica Carrasco.

En ese sentido, explica que deshacerse del pañal puede ser una tarea complicada si no podemos pasar suficiente tiempo con el niño, ya que requiere del seguimiento de unas pautas metódicas que han de realizarse muchas veces al día. Es por esto que muchas familias escogen el verano para afrontar la retirada del pañal. "Pero, si bien es cierto que en vacaciones pasamos más tiempos con los hijos, también es una fecha en la que se ingieren más líquidos; trasladamos nuestra residencia al lugar de vacaciones, con la consecuente ruptura de hábitos que esto conlleva; y los niños suelen llevar bañador, muchas veces húmedo al estar en piscinas o playas, por lo que no identifican con claridad si esa humedad es o no provocada por el control de esfínteres", apunta Carrasco.

Teniendo en cuenta la idoneidad de las circunstancias actuales en relación al tiempo que están pasando padres e hijos juntos, hay que atender a otra circunstancia importante: que los niños estén preparados para esa retirada.

Los niños nos ofrecen señales que ahora son fácilmente descifrables, debido al gran periodo de observación del que disponen los padres. "Los niños nos dan señales para decirnos que están listos para iniciar la retirada del pañal y esas señales pueden ir desde que se aparten o se escondan en el momento de miccionar o defecar en su pañal; que cesen la actividad que están llevando a cabo para ese fin y, al terminar, reanuden esa actividad; o que, directamente, nos alerten de que van a orinar".

Las pautas recomendadas son sencillas pero requieren de tenacidad y control metódico por parte de los progenitores, ya que se trata de, en un primer momento, llevar puntualmente al niño al baño con el pañal puesto y quitárselo al sentarlo en el inodoro. Estos momentos puntuales, en principio, serían aquellos que propician la micción: recién levantados, antes de bañarlo, antes de ir a dormir, etc. "Tras un par de días con esa rutina, los padres han de ser más insistentes, repitiendo esa pauta cada hora u hora y media. En el momento de sentarlos en el inodoro, han de decirles a los niños que hagan sus necesidades. Lógicamente, la mayoría de las veces, serán intentos fallidos, pero estamos enseñando al niño a dominar la musculatura implicada en el control de esfínteres", explica Rocío Carrasco. "Cuando se produzca el resultado esperado, los padres tendrán que felicitar a los pequeños como si se tratara de un logro mayúsculo porque, efectivamente, lo es para ellos".

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