La Cátedra de Dolor infantil de la URV-Fundación Grünenthal ha editado una guía de hábitos saludables que ayudan a prevenir el agravamiento de los síntomas en las personas con dolor crónico durante la fase de confinamiento. Estas recomendaciones de salud van enfocadas a frenar la ansiedad, una reacción del organismo que va cogida de la mano del dolor crónico.
"La relación bidireccional entre ansiedad y dolor es conocida. No siempre resulta fácil discernir cuál aparece primero, pero contamos con evidencias abundantes que demuestran que el tratamiento de uno influye positivamente en el otro", afirma Jordi Miró, catedrático de Psicología de la Salud en la URV. Concretamente, los investigadores han observado que eliminando la ansiedad "desaparece la tensión muscular que la acompaña y, de forma consecuente, el dolor que provoca", explica el director de la Cátedra de Dolor Infantil.
En este sentido, la guía propone diferentes rutinas para seguir en casa durante el confinamiento. El objetivo es evitar comportamientos de riesgo y mantener a raya la ansiedad. "La incertidumbre por la crisis de la COVID-19 escapa a nuestro control y esto puede tener consecuencias relevantes en el día a día de las personas: no poder salir a la calle, el miedo al contagio... No nos podemos dejar llevar por la miedo ", afirma Miró.
Entre otros hábitos, la guía plantea hacer ejercicio de forma adaptada, comer de forma saludable y seguir pautas de relajación cada día. También propone combinar los ratos compartidos con otros de relajación a solas, de recogimiento. O mantener las buenas rutinas, especialmente las que garantizan la calidad del sueño, porque son esenciales para una buena regulación emocional y previenen la aparición del estrés.
"El confinamiento supone una carga emocional añadida para las personas que sufren dolor de forma crónica. Mantenerse ocupados y con ánimo positivo ayuda a estos pacientes en el día a día, facilita la adaptación y una gestión más positiva de los problemas", afirma Jordi Miró.