El tabaquismo y la radiación ultravioleta son factores determinantes en la aceleración del envejecimiento de la piel. De hecho, fumar durante 10 años seguidos acelera hasta 2 años y medio el desgaste de la piel. Por eso, las ganas de estar tumbados bajo el sol o realizar actividades al aire libre durante la época estival pueden empeorar considerablemente el aspecto de la piel, sobre todo en el caso de los fumadores.
Cada calada contiene alrededor de dos billones de radicales libres responsables del proceso continuo de oxidación y envejecimiento prematuro. Fumar provoca la disminución de la circulación sanguínea en todos los tejidos, influyendo negativamente en la elasticidad y aspecto de la piel, este desgaste hace más visibles los músculos faciales por la erosión de su envoltorio, en la aparición de marcas de expresión, especialmente alrededor de la boca. Además, las arrugas ganan en profundidad, la piel presenta una mayor sequedad, los poros se dilatan, aparecen quistes de millium, manchas en la dermis y la piel tiene una menor capacidad de recuperación ante quemaduras solares. Este envejecimiento de la piel se ve acelerado con la exposición al sol.
En este sentido la doctora Petra Vega, presidenta de la Sociedad Española de Medicina Estética, señala "poca gente es consciente de los problemas estéticos que supone tanto el consumo de tabaco activo como el sufrimiento pasivo del humo del tabaco". Y añade "por todos es conocido que fumar ocasiona importantes daños a los órganos internos, pero también es importante destacar los perjudiciales efectos del tabaquismo sobre el aspecto de la piel, el olor corporal, la circulación, o la boca, que han sido ampliamente documentados en diversos estudios científicos".
En este sentido, la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera el tabaquismo no cómo un hábito sino como una enfermedad y una de las principales y causas de mortalidad, invalidez y muerte prematura evitable. Al respecto el doctor Juan Álvarez, director médico de Pfizer considera "desde Pfizer somos conscientes de los efectos que produce el tabaco en las personas, por ello creemos en el valor que tiene el profesional sanitario a la hora de ayudar al paciente a dejar de fumar. Hay otros profesionales, además de atención primaria, como dermatólogos o profesionales de la medicina estética que deben contar con los conocimientos necesarios sobre el abordaje y el tratamiento del tabaquismo y así poder ayudar también a los pacientes a que abandonen el tabaco de manera definitiva cuando su motivación es estética".
De hecho, son varios los estudios que muestran que una conversación de entre 2 y 5 minutos de duración con el facultativo incrementa las posibilidades de éxito en el proceso de cesación tabáquica, llegando incluso a duplicarlas. Para ayudar tanto a profesionales sanitarios como a pacientes la compañía biomédica Pfizer ha desarrollado una página web de ayuda para la cesación tabáquica dejadefumarconayuda.es en la que los fumadores podrán encontrar planes adaptados según su motivación para dejar de fumar, consejos útiles y un mapa para encontrar el centro de salud o Unidad de Tabaquismo más cercana.
El rostro del fumador
Los fumadores presentan efectores visibles como la pigmentación amarillenta alrededor de los dedos de las manos o incluso el cabello, fragilidad capilar por pelo quebradizo y desnaturalizado, envejecimiento prematuro y dientes amarillentos. El rostro del fumador, tiene las siguientes características:
- Arrugas marcadas, provocadas en gran medida por la contracción de los labios al fumar y el acto de entrecerrar los ojos para evitar el humo
- Aspecto demacrado facial con prominencia de los huesos, concretamente en las mejillas, que aparecen profundamente surcadas y marcadas
- Apariencia grisácea de la piel, con un tono del cutis más apagado de lo habitual, como consecuencia de la asfixia celular
- Manchas color púrpura, producidas por la disminución en la absorción de las vitaminas A, B y C
El rostro del fumador tal y como está descrito anteriormente, fue definido en 1985 por el Dr. Douglas Model a partir del análisis del efecto en el rostro de las más de 60 sustancias nocivas procedentes de los cigarrillos.
Fumar empeora la cicatrización
El tabaco ocasiona además importantes trastornos en la cicatrización de las heridas. En este sentido, la doctora Vega explica que "en estudios realizados a pacientes que se sometieron a operaciones estéticas, se demostró que las personas que seguían fumando tras la cirugía tenían una cicatrización más lenta y de peor calidad, ya que el humo afecta a la oxigenación de los tejidos, disminuyendo su capacidad de regeneración. Actualmente se recomienda el abandono del tabaco un mes antes de someterse a intervenciones de cirugía plástica o estética para evitar problemas de cicatrización".