La salud comienza antes de nacer, por ello, el comportamiento de la madre es muy importante durante el embarazo. Varios estudios han demostrado que el estrés de la madre afecta al bebé, siendo estos niños menos capaces de manejar situaciones de estrés a lo largo de su vida. Fumar o consumir alcohol durante la gestación también puede afectar al aprendizaje o a problemas físicos del bebé. Incluso la dieta puede hacer que el estrés del feto cambie, aumentando así su riesgo de obesidad.
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A medida que van creciendo los niños, empieza a depender de otras muchas cosas. Tener una infancia feliz aumenta la longevidad. Según un estudio, las personas que en su juventud no fueron felices tienen mayor riesgo de sufrir una enfermedad cardiaca en su vida adulta. La luz solar también es muy importante, ya que es una fuente de vitamina D.
Para tener un corazón más sano es conveniente practicar ejercicio físico, ya que reduce la presión arterial alta y cualquier otra enfermedad cardiovascular que pueda producirse. Además, este factor tan importante, reduce la salud mental, mantiene el peso idóneo, reduce el riesgo de sufrir diabetes, controla el estrés e incluso protege contra la osteoporosis.
Otro hábito saludable que ayuda a alargar la vida es la socialización, tener gente alrededor cuando se es anciano hace tener una menor tasa de muerte. En este sentido, una investigación ha demostrado que las personas que se casan viven más tiempo que las personas que están solteras. Todo apunta al apoyo social y menor aislamiento.
Otra cosa fundamental para vivir mejor y más tiempo es evitar la comida basura. Con ella aumenta el riesgo de obesidad y eso puede conducir a insuficiencias cardiacas.
Todos estos factores pueden hacer que se viva más y que la vida sea más saludable, pero también hay que contar con un elemento fundamental de suerte en función del ADN.