"Cuando nos automedicamos con antibióticos estamos tomando un fármaco que realmente no sabemos si nos hace falta, con el consiguiente riesgo de padecer los efectos adversos propios o derivados del mismo. Entre los efectos secundarios de los antibióticos, se pueden citar la diarrea, las alergias, la hepatitis o la insuficiencia renal, las roturas tendinosas o insuficiencias valvulares, la micosis orofaríngeas o genitales, o la colitis pseudomembranosa (por la toxina de Clostridium difficile, que sobrecrece en el colon por presión antibiótica). Éstos son algunos ejemplos, en ocasiones con complicaciones graves, que pueden dar lugar incluso al fallecimiento". Estas declaraciones las realiza el doctor Iban Cachorro, especialista de Medicina Interna de la Clínica IMQ Zorrotzaurre, en Bilbao, con motivo de la celebración, el 18 de noviembre, del Día Europeo para el Uso Prudente de los Antibióticos.
Tal y como indica, "otras veces, ante una verdadera infección bacteriana, que inicialmente puede ser leve, mediante la automedicación con antibióticos podemos estar tomando un fármaco inadecuado para esa infección concreta, sumándose a lo anterior el riesgo de complicación del propio proceso infeccioso que puede requerir, incluso, ingreso hospitalario, ocasionalmente en cuidados intensivos por septicemia, con riesgo de muerte".
Otra causa de mal uso de los antibióticos puesta de manifiesto por el médico internista se produce en un tercer tipo de situaciones. "Cuando de forma juiciosa, ante un proceso infeccioso acudimos al médico y éste determina que se trata de una infección bacteriana y nos receta un antibiótico, nos indica cómo y durante cuánto tiempo debemos tomarlo, siendo estos aspectos muy importantes para que se cumpla el efecto deseado: la curación. Pero en ocasiones, cuando uno se siente ya mejor o incluso bien, que generalmente es antes de completar el tiempo estipulado, se abandona el tratamiento. Así, la infección no queda definitivamente resuelta pudiendo volver a aparecer, en ocasiones además, de forma más severa. Otras veces no se respetan los intervalos de las tomas (una vez al día, cada 12 horas, o cada 8 horas, por ejemplo) por lo que el antibiótico pierde su eficacia, con el mismo resultado: fracaso del tratamiento".
Según explica el Dr. Iban Cachorro, en cualquiera de todas estas situaciones -mediante la automedicación, la toma de antibióticos inadecuados para el proceso infeccioso en concreto, la toma del tratamiento de forma incompleta o sin respetar los intervalos de frecuencia correspondientes-, "se favorece la creación de resistencias en las propias bacterias. Esto es, las bacterias elaboran ellas mismas, o adquieren de otras bacterias, sistemas de resistencia frente a los antibióticos (es decir, ‘se defienden' de los antibióticos, ‘se resisten') de tal forma que antibióticos que habitualmente sirven para tratar una infección determinada pierden su eficacia, teniendo que recurrir a otros antibióticos, a veces menos eficaces y a veces de administración exclusivamente intravenosa (con lo que ello conlleva: hospitalización, canalización de un acceso venoso con sus potenciales complicaciones, etc.). Y con la creación de nuevas resistencias que las bacterias van acumulando, aparecen las bacterias multirresistentes (con posibilidad de tratamiento por un muy escaso número de antibióticos) o panresistentes (resistentes a todos los antibióticos disponibles), con todo lo que ello implica".
El internista recuerda que los antimicrobianos son fármacos que se emplean para el tratamiento de infecciones causadas por bacterias, hongos, parásitos o virus. Dentro de este grupo, los antibióticos son los utilizados frente a las infecciones bacterianas, por lo que carecen de eficacia contra otros agentes patógenos, como por ejemplo, los virus.
"Lamentablemente, con la pandemia que estamos viviendo actualmente, sabemos lo que supone el enfrentarnos a un agente infeccioso (en este caso un virus, el SARS-CoV-2), del que no tenemos un tratamiento específico: un antiviral. Esto ha de hacernos comprender la importancia que tiene el hacer un uso correcto de los antibióticos, que utilizamos para tratar un sinfín de infecciones bacterianas potencialmente mortales de forma exitosa, pero que de proliferar las bacterias multirresistentes o panresistentes por su mal uso, nos tendremos que enfrentar a un futuro incierto en el que las infecciones por este tipo de bacterias sin posibilidad de tratamiento sean cada vez más frecuentes", destaca el experto.
Por último, el especialista aboga por "hacer entre todos un esfuerzo por el uso correcto de los antibióticos, evitando la automedicación, acudiendo al médico y respetando las indicaciones que éste haga en cuanto al tratamiento a seguir. Y ante cualquier duda o contingencia que surja durante la toma del mismo, antes de interrumpir el tratamiento, o cambiarlo por cuenta propia, se ha de consultar de nuevo con el médico para que si hubiera que cambiar de antibiótico, se haga también de una forma adecuada".